El Arzobispo de Barcelona, Cardenal Juan José Omella, alentó a los fieles a tener la mirada fija en Jesús, al meditar en su última carta dominical sobre la fiesta de la Asunción de la Virgen María.
Tras señalar que la Asunción de la Virgen es una verdad de fe que fue definida por el Papa Pío XII en 1950, según la cual “creemos que María fue asunta al cielo en cuerpo y alma para alabar a Dios e interceder por nosotros”, el cardenal destacó la fidelidad la Virgen a Dios.
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“Le fue siempre fiel, siguió sus huellas. Como madre, nunca dejó de estar al lado de su hijo, no solo de pequeño, sino también de adulto, hasta la cruz. Tengamos también, como María, la mirada fija en Jesús, no nos separemos de Él. Él es nuestro Maestro y nuestro guía. María quiere conducirnos de la mano a Jesús”, subrayó el purpurado español.
“María, con su vida, también nos muestra que en el corazón de cada uno de nosotros puede haber un lugar para Dios. Ella, que acogió en sus entrañas al Hijo de Dios, puede ayudarnos a acogerlo en nuestro interior. Cuando nos abrimos a Dios y lo dejamos entrar en nuestra vida, crecemos, nos renovamos y nos llenamos de esperanza y alegría, porque Cristo habita en nosotros”, continuó el cardenal.
“Dios tiene un lugar reservado para nosotros”
El arzobispo destacó que “María, en su Asunción, nos enseña que Dios tiene un lugar reservado para nosotros”. “Nos hace vivir la promesa que Jesús nos dice en el Evangelio: En casa de mi Padre hay muchas moradas para vosotros (cf. Jn 14,2). Él está en la casa del Padre y nos prepara allí nuestra estancia”.
“También está María y desde allí continúa escuchándonos, ayudándonos, siendo la estrella que guía nuestros pasos hacia Jesús. Me emociona pensar en Jesús y María, que velan con ternura por todos nosotros y que esperan con anhelo el encuentro con cada uno de nosotros en el cielo”, resaltó el cardenal.
Asimismo, el Cardenal Omella indicó que “Santa María, asunta al cielo, es un punto de referencia y una esperanza cierta para todos los cristianos. Ella vive ya ahora lo que cada creyente, la Iglesia entera y toda la humanidad anhela: la vida en comunión plena con Dios”.
Tras animar a no dejar “de invocar a la Virgen María”, el Arzobispo de Barcelona expresó su deseo de que “ella nos acompañe maternalmente en nuestro peregrinar de fe y en este Jubileo de la esperanza, como acompañó el camino de la primera comunidad cristiana. Y que un día pueda acogernos en sus brazos en la presencia de Dios, para gozar eternamente de su compañía”.





