En la mañana del domingo 3 de agosto, fueron secuestradas 9 personas que trabajan en un orfanato de Puerto Príncipe, la capital de Haití, entre ellas una misionera laica y un niño de apenas tres años con discapacidad.

Según la agencia pontificia Fides, el orfanato se encuentra en Kenscoff, una comuna en las afueras de la capital. Está gestionado por la organización benéfica internacional Nos Petits Frères et Sœurs (Nuestros Hermanitos y Hermanitas) y alberga a más de 240 niños. Las otras 7 personas secuestradas son trabajadores de la institución.

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La misionera secuestrada es Gena Heraty, quien tiene más de 30 años de trabajo en el país caribeño. Según Fides, se encontraba dentro del orfanato cuando los criminales irrumpieron, llevándosela con un niño discapacitado de 3 años.

En los últimos meses, Haití se ha visto envuelto en una espiral de violencia, desatada por las bandas criminales que operan con libertad y que controlan alrededor del 80% del territorio de Puerto Príncipe.

Los obispos haitianos han lanzado varios pedidos de ayuda urgente a la comunidad internacional para revertir la situación y atender a los más necesitados.

“No es la primera vez que la misionera laica vive una tragedia similar. En 2013, fue víctima de un ataque armado dentro del mismo orfanato. En esa ocasión, un compañero suyo fue asesinado a martillazos mientras intentaba protegerla”, informa Fides.

Las autoridades haitianas, en conjunto con UNICEF y el Instituto Haitiano de Bienestar Social, activaron un plan para reubicar al personal y a los niños del orfanato a un lugar más seguro. La zona donde se encuentra la institución está controlada por la banda Viv Ansanm, que recientemente fue catalogada como organización terrorista extranjera por los Estados Unidos.

El viceprimer ministro irlandés, Simon Harris, se refirió al secuestro de Heraty como “profundamente preocupante” y exigió la liberación de todos los secuestrados. Fides señala que, hasta el momento, ningún grupo criminal ha reivindicado el ataque. 

Además, asegura que las autoridades han mantenido el hermetismo sobre lo ocurrido y las averiguaciones, a pesar de que los familiares de las víctimas esperan noticias de sus seres queridos. “La Embajada de Irlanda también sigue de cerca la evolución de los acontecimientos”, informa la agencia pontificia.