El Obispo de Vitoria (España), Mons. Juan Carlos Elizalde, alentó a los jóvenes a buscar a Cristo, quien es capaz de responder a sus anhelos de felicidad y de infinito, liberándolos de los “pantanos del sinsentido, del aburrimiento y la mediocridad”.
Así lo indicó el prelado, en la homilía que pronunció en las Solemnes Vísperas de la Virgen Blanca, Patrona de Vitoria-Gasteiz, en la iglesia San Miguel el lunes 4 de agosto, tras volver de Roma con la delegación que lideró en el Jubileo de los Jóvenes.
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Tras resaltar que la Virgen Blanca es “madre que acoge, intercede y, sobre todo, nos enseña a mirar con los ojos del corazón”, el obispo recordó algunas palabras del Papa León XIV en la Misa de clausura del Jubileo de los Jóvenes, celebrada con más de un millón de personas en Tor Vergata.
Allí, el Santo Padre destacó que “aspiramos continuamente a un 'más' que ninguna realidad creada nos puede dar; sentimos una sed tan grande y abrasadora, que ninguna bebida de este mundo puede saciar. No engañemos nuestro corazón ante esta sed, buscando satisfacerla con sucedáneos ineficaces”.
“Los pantanos del sinsentido” al acecho de los jóvenes
En su homilía de ayer, el Obispo de Vitoria resaltó, citando algunos pasajes de San Agustín y del Papa Francisco, que “hay una inquietud importante en nuestro corazón, una necesidad de verdad que no podemos ignorar, que nos lleva a preguntarnos: ¿qué es realmente la felicidad? ¿Cuál es el verdadero sabor de la vida? ¿Qué es lo que nos libera de los pantanos del sinsentido, del aburrimiento y de la mediocridad?”.
“Nuestros jóvenes conocen esos pantanos. Es alarmante: en Euskadi, el suicidio es ya la primera causa de muerte entre los jóvenes de 15 a 29 años. 6 de cada 10 lo han pensado en algún momento. Un cuarto de ellos toma antidepresivos. Muchos jóvenes no quieren morir, pero no saben cómo vivir”.
Detrás de todo, continuó, “hay heridas: ansiedad, desestructuración familiar, presión social y estética, miedo al fracaso, y falta de vínculos verdaderos. A esto se une el uso excesivo y adictivo del móvil, las redes que comparan, que exigen reconocimiento propio, que aíslan, que absorben la atención hasta el punto de robar el descanso, el sueño y la paz”.
Nuestros jóvenes hoy, continuó, “necesitan sentido. Eso se espera, aunque sea inconscientemente, también de la fiesta”.
El Obispo de Vitoria (España), Mons. Juan Carlos Elizalde, alentó a los jóvenes a buscar a Cristo, quien es capaz de responder a sus anhelos de felicidad y de infinito, liberándolos de los “pantanos del sinsentido, del aburrimiento y la mediocridad”.
Así lo indicó el prelado, en la homilía que pronunció en las Solemnes Vísperas de la Virgen Blanca, Patrona de Vitoria-Gasteiz, en la iglesia San Miguel el lunes 4 de agosto, tras volver de Roma con la delegación que lideró en el Jubileo de los Jóvenes.
Tras resaltar que la Virgen Blanca es “madre que acoge, intercede y, sobre todo, nos enseña a mirar con los ojos del corazón”, el obispo recordó algunas palabras del Papa León XIV en la Misa de clausura del Jubileo de los Jóvenes, celebrada con más de un millón de personas en Tor Vergata.
Allí, el Santo Padre destacó que “aspiramos continuamente a un 'más' que ninguna realidad creada nos puede dar; sentimos una sed tan grande y abrasadora, que ninguna bebida de este mundo puede saciar. No engañemos nuestro corazón ante esta sed, buscando satisfacerla con sucedáneos ineficaces”.
“Los pantanos del sinsentido” al acecho de los jóvenes”
En su homilía de ayer, el Obispo de Vitoria resaltó, citando algunos pasajes de San Agustín y del Papa Francisco, que “hay una inquietud importante en nuestro corazón, una necesidad de verdad que no podemos ignorar, que nos lleva a preguntarnos: ¿qué es realmente la felicidad? ¿Cuál es el verdadero sabor de la vida? ¿Qué es lo que nos libera de los pantanos del sinsentido, del aburrimiento y de la mediocridad?”.
“Nuestros jóvenes conocen esos pantanos. Es alarmante: en Euskadi, el suicidio es ya la primera causa de muerte entre los jóvenes de 15 a 29 años. 6 de cada 10 lo han pensado en algún momento. Un cuarto de ellos toma antidepresivos. Muchos jóvenes no quieren morir, pero no saben cómo vivir”.
Detrás de todo, continuó, “hay heridas: ansiedad, desestructuración familiar, presión social y estética, miedo al fracaso, y falta de vínculos verdaderos. A esto se une el uso excesivo y adictivo del móvil, las redes que comparan, que exigen reconocimiento propio, que aíslan, que absorben la atención hasta el punto de robar el descanso, el sueño y la paz”.
Nuestros jóvenes hoy, continuó, “necesitan sentido. Eso se espera, aunque sea inconscientemente, también de la fiesta”.
Sólo Cristo es capaz de llenar el corazón de los jóvenes
El prelado español precisó que ante los anhelos auténticos del alma, “comprar, acumular, consumir no es suficiente. Necesitamos alzar los ojos, mirar a lo alto, a las ‘cosas celestiales’ (Col 3,2), para darnos cuenta de que todo tiene sentido, entre las realidades del mundo, sólo en la medida en que sirve para unirnos a Dios y a los hermanos en la caridad”.
“Somos seres sedientos e insatisfechos. Aún los más felices, percibimos ‘una cierta insatisfacción dentro de la satisfacción’. ¿Quién no pediría más a la familia, a los amigos o a la Iglesia? Pues la respuesta a esa insatisfacción es Cristo que como Dios y hombre colma plenamente la sed del corazón humano”, subrayó.
El obispo también recordó unas palabras del Papa San Juan Pablo II, pronunciadas en Tor Vergata, también ante más de un millón de almas en el Jubileo de los Jóvenes en el año 2000: “Muy queridos jóvenes, nuestra esperanza es Jesús. Es Él el que suscita en vosotros el deseo de hacer de vuestra vida algo grande, [...] para mejoraros a vosotros mismos y a la sociedad, haciéndola más humana y fraterna”.
El prelado español precisó que ante los anhelos auténticos del alma, “comprar, acumular, consumir no es suficiente. Necesitamos alzar los ojos, mirar a lo alto, a las ‘cosas celestiales’ (Col 3,2), para darnos cuenta de que todo tiene sentido, entre las realidades del mundo, sólo en la medida en que sirve para unirnos a Dios y a los hermanos en la caridad”.
“Somos seres sedientos e insatisfechos. Aún los más felices, percibimos ‘una cierta insatisfacción dentro de la satisfacción’. ¿Quién no pediría más a la familia, a los amigos o a la Iglesia? Pues la respuesta a esa insatisfacción es Cristo que como Dios y hombre colma plenamente la sed del corazón humano”, subrayó.
El obispo también recordó unas palabras del Papa San Juan Pablo II, pronunciadas en Tor Vergata, también ante más de un millón de almas en el Jubileo de los Jóvenes en el año 2000: “Muy queridos jóvenes, nuestra esperanza es Jesús. Es Él el que suscita en vosotros el deseo de hacer de vuestra vida algo grande, [...] para mejoraros a vosotros mismos y a la sociedad, haciéndola más humana y fraterna”.




