En un nuevo gesto de cercanía hacia las víctimas de las migraciones forzadas, el Papa León XIV ha expresado su “profundo dolor” por el naufragio de una embarcación frente a las costas de Yemen, en el que murieron al menos 76 migrantes que se dirigían a Arabia Saudita. La mayoría de los pasajeros eran de nacionalidad etíope.

En un telegrama, firmado por el secretario de Estado del Vaticano, el Cardenal Pietro Parolin, el Pontífice encomienda “a los numerosos migrantes que han perdido la vida a la misericordia amorosa de Dios Todopoderoso”.

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En el mensaje, dirigido al Nuncio Apostólico en Yemen, Mons. Christophe Zakhia El-Kassis, el Papa también invoca “fuerza divina, consuelo y esperanza para los supervivientes, los trabajadores de emergencia y todos los afectados por esta tragedia”.

La tragedia ocurrió en la peligrosa ruta a través del Golfo de Adén, conocida también como “la ruta de la muerte”. Según la Organización Internacional para las Migraciones (OIM), este trayecto es uno de los puntos más mortales del mundo, utilizado por traficantes para trasladar a migrantes hacia países del Golfo, en particular Arabia Saudita, en busca de oportunidades laborales.

A pesar de las condiciones extremas y del conflicto armado que desde hace más de una década asola Yemen —el país más pobre de la península arábiga— miles de personas, especialmente de Etiopía y Somalia, siguen arriesgando sus vidas por esta vía. La OIM estima que en la embarcación naufragada este 3 de agosto viajaban 157 personas, de las cuales 76 fueron halladas sin vida, 32 sobrevivieron y decenas siguen desaparecidas.

Solo en 2024, la OIM contabilizó al menos 558 muertes en la ruta que conecta Yibuti con Yemen. Sin embargo, muchas tragedias no se reportan debido a la falta de control y monitoreo en las zonas de conflicto. Además de los naufragios, los migrantes enfrentan explotación, violencia sexual, trabajos forzados y torturas, a menudo a manos de redes criminales.