El Arzobispo de Santiago de Compostela (España), Mons. Francisco José Prieto, hizo un llamamiento a vivir con esperanza cristiana, ”que no es optimismo barato”, y fraternidad ante un mundo polarizado y herido, en el día del patrón de España, Santiago Apóstol.

En su homilía, el prelado recordó que “vivimos tiempos de cambio, de preguntas, de temores a nuestro alrededor y, quizás también, en nuestro interior, hay incertidumbre”. Por ello, llamó a encontrar de nuevo la esperanza “cada vez que pongamos al ser humano en el centro y en el corazón de las instituciones”. 

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Mons. Prieto también exhortó a procurar la unidad en las diferencias, que definió como “la armonía de lo diverso” frente a la idea de uniformidad. 

“Los cristianos estamos llamados a levantar la mirada y a vivir desde una certeza que no viene de nosotros mismos”, expuso a continuación, antes de asegurar que “la esperanza cristiana mira de frente al sufrimiento y lo abraza con compasión”. Desde esta idea, invitó a los presentes a preguntarse: “¿Qué rostro concreto tiene hoy el crucificado que espera mi mano tendida?”.

En referencia al Camino de Santiago como ruta vertebradora de Europa a los largo de los siglos, el arzobispo español recordó que el cristianismo está en el origen de la civilización occidental y, sin él, “los valores occidentales de la dignidad, la libertad, la justicia y la fraternidad resultan incomprensibles”. 

“Cada pequeño acto de amor cuenta”

Retomando la cuestión de la esperanza, Mons. Prieto subrayó que esta virtud cristiana “no es optimismo barato”, ni está sostenido por un deseo bienintencionado, los datos del momento, ni en las propias fuerzas: “Se basa en una promesa del Señor: ‘Yo estaré con vosotros todos los días hasta el fin del mundo’. Y en una certeza: Cristo ha resucitado. Él ha vencido al pecado, al mal y a la muerte”. 

La esperanza cristiana, lejos de hacernos huir del presente, “nos impulsa a vivirlo con responsabilidad y amor”, de tal manera que, “aunque no podamos cambiar el mundo entero, sí podemos transformar nuestro entorno con gestos concretos”. 

“Cada pequeño acto de amor cuenta, cada palabra justa, cada puerta abierta, cada gesto de ternura en medio de la dureza del mundo, es ya un signo del reino que viene”, expuso el prelado compostelano. 

Condena del uso político de los migrantes

En un contexto social y político en el que el debate sobre la presencia de migrantes en España está a la orden del día, Mons. Prieto expuso que la Iglesia “está llamada a ser un hogar para todos, especialmente para los descartados. Una comunidad que no pregunta primero por el estatus legal, la procedencia o el éxito, sino que mira con los ojos de Cristo y acoge con los brazos del Padre”. 

Además, exhortó a no perder “una mirada y sensibilidad evangélicas ante la necesaria acogida e integración de las personas migradas. Es inaceptable utilizar a los migrantes o refugiados como arma política cuando ya acumulan, el dolor por el desarraigo y el abuso de las mafias”.

El prelado también expresó su más firme condena de la violencia racista y la “criminalización colectiva”, en referencia a las movilizaciones acaecidas hace pocos días en la localidad murciana de Torrepacheco tras el ataque por parte de inmigrantes a un hombre de 68 años.

También en referencia a la política española, marcada por los numerosos casos de corrupción que se investigan en el entorno político y personal del presidente del Gobierno, Pedro Sanchez, así como sobre miembros del principal partido de la oposición, Mons. Prieto señaló que “erradicar cualquier forma de corrupción es una tarea seria, porque su existencia es un obstáculo para el bien común, una herida en el corazón de la justicia y un pecado que afecta la dignidad humana, ya que destruye e instrumentaliza a las personas para fines egoístas y erosiona la confianza en las instituciones de la sociedad, creando un ambiente de desconfianza y cinismo”.