Mons. Fernando Ocáriz, Prelado del Opus Dei, animó a los miembros de “La Obra” –como llaman sus miembros a la prelatura– a seguir rezando por los nuevos estatutos de la institución, así como por el próximo Jubileo de los Jóvenes que se realizará del 28 de julio al 3 de agosto.

“Sigamos rezando también por el trabajo de los Estatutos, que –como os anuncié– están siendo revisados por la Santa Sede”, señaló el Prelado del Opus Dei en un mensaje publicado este 21 de julio.

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El Papa Francisco solicitó al Opus Dei la modificación de sus estatutos a través del motu proprio Ad charisma tuendum en 2022. Luego del trabajo conjunto de La Obra con el Vaticano, el prelado entregó la propuesta al Dicasterio para el Clero el 11 de junio de 2025.

El 14 de mayo, menos de una semana después de ser elegido como Sucesor de San Pedro, el Papa León XIV recibió en el Vaticano a Mons. Ocáriz, quien estuvo acompañado por Mons. Mariano Fazio, su vicario auxiliar, quienes informaron al Santo Padre “sobre el actual estudio de los estatutos de la prelatura”.

“El siguiente paso está ahora en manos de las autoridades de la Sede Apostólica”, subrayó el prelado en entrevista con Avvenire, publicada en español en el sitio web del Opus Dei el 26 de junio, día de San Josemaría Escrivá, fundador de La Obra.

Jubileo de los Jóvenes 2025

En su mensaje de este lunes, Mons. Ocáriz recordó además que “en los próximos días comenzará en Roma el Jubileo de los jóvenes”.

“Recemos para que esos días supongan un momento fuerte en la vida de los participantes, un verdadero encuentro con Cristo vivo: él es la esperanza que no defrauda (cfr. Rm 5,5), el único capaz de saciar nuestros anhelos de felicidad”, alentó.

El Opus Dei: Verdadera familia que no quiere la “amargura de la indiferencia”

En su mensaje, el Prelado del Opus Dei dio gracias a Dios “por la realidad de que la Obra es verdadera familia” en donde no hay lugar para la “amargura de la indiferencia”.

“Por eso procuramos evitar que la diversidad de caracteres, de horarios de trabajo o las muy diversas circunstancias de la vida ordinaria puedan llevar, en alguna ocasión, a una cierta indiferencia práctica hacia los demás. Para que todos vivamos con un solo corazón y una sola alma, es esencial que cualquier cosa de nuestros hermanos sea, de verdad, muy nuestra”.

Por ello, el prelado alentó a “acudir al Señor para que nos dé un corazón como el suyo, capaz de ensancharse ‘en un crescendo de cariño que supera todas las barreras’”.