Taiwán se repone de su pesadilla. En pocos minutos el viento alcanzó una velocidad de más de 220 km/h que provocó la interrupción del suministro eléctrico en más de 580.000 hogares y generó al menos 2.270 incidentes de emergencia en toda la isla. La Iglesia Católica, una presencia exigua en un país de mayoría budista, se convirtió en un consuelo silencioso para los que lo han perdido todo.

“En estos tiempos difíciles, hemos sido testigos de cómo Dios actúa a través de la bondad humana, dando frutos de evangelización mediante actos de caridad”, asegura en declaraciones a ACI Prensa el obispo de la diócesis taiwanesa de Hsinchu, John Lee.

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El tifón Danas dejó, al menos, dos muertos y más de 500 heridos. Además, se registraron inundaciones, deslizamientos de tierra y la evacuación de más de 3.400 personas, principalmente en áreas montañosas del sur.

Aunque causó graves daños en más de diez parroquias —valorados en cerca de un millón de dólares—, las diócesis “se coordinaron proactivamente con las parroquias vecinas para acoger y recibir a los feligreses afectados”.

Además, durante la primera fase de emergencia tras el desastre, los consejos pastorales de “cada parroquia activaron inmediatamente sus redes de cuidado para garantizar la seguridad de los feligreses”, explica el obispo. 

El tifón provocó la interrupción del suministro eléctrico en más de 580.000 hogares. Crédito:Conferencia Regional China de los Obispos de Taiwán —conocida por sus siglas CRBC (Chinese Regional Bishops’ Conference)
El tifón provocó la interrupción del suministro eléctrico en más de 580.000 hogares. Crédito:Conferencia Regional China de los Obispos de Taiwán —conocida por sus siglas CRBC (Chinese Regional Bishops’ Conference)

Asimismo, “se formaron grupos de ayuda mutua para colaborar en las reparaciones de viviendas”.

Por otro lado, la Comisión para la Evangelización de la Conferencia Regional China de los Obispos de Taiwán —conocida por sus siglas CRBC (Chinese Regional Bishops’ Conference) puso en marcha un proyecto de restauración de iglesias tras el desastre. Y, aunque pueda parecer sorprendente, “muchos no católicos, al recibir el mensaje de la Iglesia, respondieron con generosidad” y participaron “activamente” en las labores para retirar el agua acumulada y sacar el barro. 

Gracias a la fuerte vinculación de las parroquias con sus comunidades, se ha logrado canalizar con eficacia las ayudas ofrecidas por el sistema de bienestar social del país. Según los datos que maneja el Gobierno, las estimaciones preliminares sitúan los daños totales en cerca de 95 millones de dólares. Es la primera vez en la historia de Taiwán que un tifón asola la zona entre Chiayi y Tainan.

Ancianos y enfermos, los más vulnerables primero

Taiwán enfrenta uno de los procesos de envejecimiento poblacional más rápidos del mundo. Según datos oficiales, más del 20% de la población taiwanesa tiene 65 años o más. Muchos de esos ancianos viven solos lo que ha dificultado su situación, sobre todo, en las tareas de limpieza por lo que la ayuda de la Iglesia local ha sido fundamental: “Dependen de la ayuda voluntaria para la limpieza y recuperación”, indica el prelado.

Por eso, los párrocos volcaron su ayuda primero hacia ellos y hacia los “enfermos con cuidados y oraciones de intercesión, a la vez que informaban de la situación a la diócesis”.

Caritas Taiwán, presente en todas las diócesis del país, activó sus fondos de emergencia para asistir financieramente a los damnificados. A esto se sumó la Taiwan Catholic Mission Foundation, una organización vinculada a la Iglesia católica, que lanzó una iniciativa caritativa para apoyar la reconstrucción y promover una atención humanitaria de largo plazo. A través de estas dos instituciones eclesiales serán canalizados también los paquetes de ayuda concreta que envió el Papa León XIV en cuanto se enteró de la tragedia. 

“Estamos agradecidos al Santo Padre por tener siempre presente a Taiwán en sus oraciones”, detalla el obispo.

En Taiwán existe la libertad religiosa, pero su independencia de la exiliada República Popular China desde 1949 solo es reconocida por la Santa Sede y otros 15 países. Los católicos son una minoría que no llega al 1% en esta isla de 23 millones de habitantes, de mayoría budista.

La Iglesia, siempre “al lado de los que sufren”

En una tierra de misión, en la que la Iglesia desde que llegó, subraya Mons. Lee, “siempre ha estado al lado de los que sufren”. “Esta es una de las razones por las que el pueblo de Taiwán se ha mantenido amistoso y abierto hacia la Iglesia”. 

Sin embargo, reconoce que en términos de pastoral y evangelización, “todavía tenemos mucho que reflexionar y aprender”. Por eso pide a la Iglesia universal “que siga rezando por Taiwán, para que, ante los diversos desafíos, todos puedan vivir la vocación misionera del pueblo de Dios”.