Martín Fernández cambió una carrera prometedora en finanzas por una misión de cuatro años en el interior de Argentina. Hoy, su testimonio acompaña a jóvenes a descubrir su propósito a través de Chosen (Elegidos), un programa vocacional que nació del silencio, la oración y la certeza de que Dios sueña en grande.

Martín Fernández tenía poco más de 20 años, trabajaba en el área de finanzas, disfrutaba de su trabajo y tenía tranquilidad económica. Pero un día, durante una adoración eucarística, algo se movió en su interior: “¿Y si hay algo más para mí que todavía no descubrí?”.

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Con esa pregunta comenzó un proceso que lo llevaría a dejarlo todo para sumarse a la misión, una experiencia transformadora que hoy vuelca en Chosen, un programa de impacto vocacional pensado para ayudar a otros jóvenes a reconocer que fueron soñados desde la eternidad y a descubrir su propósito.

La pregunta inicial y la respuesta que lo hizo dejar todo 

“Estaba en la cresta de la ola”, reconoce Martín a ACI Prensa. Graduado en Economía, con un buen trabajo, una vida estable y sin mayores preocupaciones, se acercó un día a la capilla de adoración perpetua de la parroquia Niño Jesús de Praga, en la zona norte del Gran Buenos Aires.

“Empezó a surgir la idea de hacer algo nuevo, algo distinto, y al mismo tiempo, la duda sobre hacer un discernimiento vocacional”, cuenta.

Martín Fernández en misión. Crédito: Cortesía Martín Fernández
Martín Fernández en misión. Crédito: Cortesía Martín Fernández

Las preguntas se hicieron cada vez más fuertes. “Yo tenía grandes preguntas en relación a si lo mío iba por el sacerdocio, por ser monje, o padre de familia”, recuerda. “Cuando empecé a sentir esta propuesta de Jesús, en esas horas de adoración en silencio, fue algo nuevo, algo distinto, como una especie de invitación al corazón”.

La respuesta no fue inmediata. “Yo, que soy el miedoso number one (número uno), dije ‘ni a palos’ [en Argentina, ni en broma]”, reconoce entre risas. Allí comenzaron las dudas, y también los consejos de amigos que lo ayudaron a dar el paso: “Un amigo me dijo: ‘Dejá las excusas infantiles’. Eso me quedó grabado”.

“Cuatro años que me cambiaron la vida”

Decidido a buscar una respuesta, se puso en contacto con su tío, el P. Patricio Hileman, sacerdote misionero que recorría Latinoamérica organizando capillas de adoración perpetua. “Le conté mi búsqueda, y me dijo: ‘Si querés, venite conmigo’. Iba a ser por cuatro meses, pero esos cuatro meses finalmente fueron cuatro años que me cambiaron la vida”.

Martín recorrió más de 120 parroquias en Argentina y Chile. “Ciudades, parajes, pueblitos, con un ritmo de misión súper intenso. Éramos misioneros nómades, diez días en cada parroquia, a lo largo y a lo ancho de Argentina, de Ushuaia a Salta, de San Rafael a Chaco, con el propósito de ayudar a organizar capillas de adoración perpetua”.

Martín Fernández con su familia. Crédito: Cortesía Martín Fernández
Martín Fernández con su familia. Crédito: Cortesía Martín Fernández

El trabajo era sin pausa: “Fue una misión con dedicación 24/7, todos los días del año, con hasta 500 adoradores inscritos. Es un carisma muy especial, para que la gente se anote para hacer esa hora santa, digamos, para siempre”.

“Es como un llamado, es una flecha que va directamente al corazón de la persona, y la persona se anota. Y es increíble, hay millones de personas que llevan 10, 15, 20 años, que tienen esa hora santa de adoración con Jesús, vivo en la Eucaristía”, agrega.

Renunciar otra vez

De esa experiencia nació también un libro: Te comparto lo vivido. De regreso en Buenos Aires, Martín estuvo un año trabajando en educación como coordinador de misión, preceptor y profesor de catequesis. Luego continuó durante nueve años en programas sociales del Estado, y llegó a ocupar el cargo de Director Nacional de Promoción Humana. Pero ese llamado inicial volvía a surgir.

“En los últimos meses, cubriendo ese puesto y a la espera de mi tercera hija, sentí que ese ciclo había terminado, y que debía enfocarme en mi familia”, recuerda.

Libro "Te comparto lo vivido" de Martín Fernández. Crédito: Cortesía Martín Fernández
Libro "Te comparto lo vivido" de Martín Fernández. Crédito: Cortesía Martín Fernández

Fue así que nuevamente renunció y empezó a buscar trabajo en algo afín a su experiencia, pero pese a su extenso currículum, el trabajo no aparecía: “Laburé en todo: el sector privado, sector público, sector ONG, Iglesia, en innovación, después trabajé nueve años en gobierno, hice mi maestría en políticas públicas, hice mi tesis sobre programas sociales, después me pasé dos años viajando casi dos veces por mes a los lugares más pobres de la Argentina llevando distintos programas de acompañamiento familiar y de herramientas para el desarrollo de las familias”.

“Mis amigos insistían: ‘Vos tenés que emprender algo nuevo, algo distinto’. Pero la idea tampoco llegaba”, dice trayendo al presente la tensión que esa búsqueda sin éxito le generaba.

Transformar la propia búsqueda en herramientas para los demás 

Pero una noche, en la calma del hogar, algo se encendió. El 29 de marzo, mientras sus hijas ya dormían, en el silencio empezó a surgir lo que hoy es el programa Chosen

Esa misma noche le puso nombre, logo y empezó a desarrollar el contenido. El nombre, que se podría asociar a la exitosa serie protagonizada por Jonathan Roumie pero que no tiene relación con ella, fue inspirado por un momento de oración y llegó “como una certeza total”, que permaneció pese a algunos cuestionamientos de sus allegados.

Martín Fernández con jóvenes. Crédito: Cortesía Martín Fernández
Martín Fernández con jóvenes. Crédito: Cortesía Martín Fernández

“En el fondo, el programa es bajar a herramientas lo que fue toda mi búsqueda vocacional”, resume Martín. “Sentí como si todo lo que hubiera hecho antes fuera exactamente una preparación para esto. Cada herramienta, cada lugar donde estuve, cada tipo de trabajo, todo se potencia y se maximiza en eso que estoy haciendo ahora”.

Chosen: abrazar el proyecto de felicidad que Dios soñó para cada uno

Hoy, Chosen ofrece un camino de acompañamiento vocacional para jóvenes. A lo largo de un mes, se realizan cuatro encuentros virtuales grupales, que se complementan con mentorías personales. “Lo que más me apasiona es acompañar a jóvenes. Sobre todo porque yo me vi en ese momento asustado por la vocación, que era una mochila insoportable, con un montón de angustia, sin poder encontrar un lugar, un espacio seguro para poder hablar, validar estas cosas”.

“A los chicos siempre les digo que Dios te sorprende y Dios te comparte su valentía para que puedas animarte a tomar esas decisiones y animarte a abrazar ese proyecto de felicidad”, afirma.

“Dios soñó un proyecto ya gigante para tu vida, y te lo quiere compartir, pero para eso necesita tiempo. Entonces te invita a esas horas santas, a la adoración eucarística, donde está Jesús vivo en la Eucaristía, en persona, esperándote, para empezar a compartir ese proyecto de felicidad”, es el mensaje central de la propuesta.

Martín Fernández con su esposa Inés. Crédito: Cortesía Martín Fernández
Martín Fernández con su esposa Inés. Crédito: Cortesía Martín Fernández

El programa ofrece herramientas concretas: una guía de propósito, el diseño de una “asesoría de vida” —con personas clave que acompañen decisiones importantes—, y un espacio de escucha entre los participantes.

Chosen ya va por su segunda edición. Seis jóvenes acaban de terminar la experiencia y otros nueve la están comenzando. Los testimonios destacan la claridad, la seguridad ganada, y el deseo de vivir un camino vocacional que integre vida profesional y fe. “Este programa lo que hace es encender el corazón del joven, encender esa vocación y después darte herramientas”, explica Martín.

Aunque al comienzo estaba dirigido a jóvenes de entre 17 y 30 años, la demanda fue ampliando el margen hasta los 35. Ya hay participantes de distintas provincias argentinas y también de Colombia.

Una experiencia con Dios en el centro “que hace bien al alma”

María Pasman estuvo en el primer grupo que realizó la experiencia y la define como un espacio “que hace bien al alma”, porque “promueve preguntas muy necesarias, porque genera un espacio de empatía y comprensión por los temas que se charlan, que tocan dimensiones profundas que a veces, en la vida cotidiana, no nos animamos a tocar; porque te permite ir más allá”, enumera.

Martín Fernández con jóvenes. Crédito: Cortesía Martín Fernández
Martín Fernández con jóvenes. Crédito: Cortesía Martín Fernández

Además, considera que se trata de un programa que “abre el corazón, que muchas veces nos esforzamos por mantenerlo cerrado sin sentido” y valora especialmente la apertura a lo trascendente y la centralidad de Dios.

En lo personal, la joven reconoce que se encuentra en una búsqueda y que, aunque no le dio todas las respuestas, Chosen fue “un paso adelante en este camino”, destacando los testimonios y las mentorías personalizadas.

“Ojalá la gente que tiene preguntas en su corazón se anime a darle lugar, a ser parte de esta experiencia”, anima María, porque “todos necesitamos frenar un rato y hacernos estas preguntas, para no ir en automático y algún día sentir que se nos pasó la vida”.

Un camino de cuatro pasos

El camino de Chosen está basado en cuatro pasos. El primero gira en torno a “la propuesta irresistible de un Dios que te sueña con dones y talentos específicos para ir adelante con una misión súper particular”. El segundo se centra en la adoración eucarística y “la vocación a estar con Jesús, vivo en la Eucaristía”. El tercero aborda el discernimiento del estado de vida. Y el cuarto, la dimensión laboral y profesional: “porque la vocación es en un sentido amplísimo”, afirma.

Martín Fernández. Crédito: Cortesía Martín Fernández
Martín Fernández. Crédito: Cortesía Martín Fernández

Quienes deseen participar deben rellenar un formulario de postulación, y luego Martín los contacta para tener una entrevista personal en la que se detallan los costos del programa, la modalidad de pago y las facilidades. El costo de participación es lo que sostiene la iniciativa.

De acuerdo a las postulaciones recibidas, Martín arma los grupos para cada mes. Por el momento, está solo, pero ante la creciente demanda, prevé formar un equipo de personas que puedan acompañar el recorrido de los jóvenes en la búsqueda de vocación, siempre con instancias grupales e individuales.

Dios me da una misión con la que voy a ser feliz

“Toda mi vida me pasó que reducía la vocación a simplemente saber si era cura, saber si era padre de familia, toda la energía puesta en eso, y siempre lo viví como algo angustiante, insoportable, como una mochila que yo cargaba, que tenía que ya descubrir eso para respirar”, comenta.

Testigo de esa búsqueda, el P. Martín Panatti recuerda que desde joven, el fundador de Chosen “siempre trató de buscar el propósito de su vida”. Fernández era “un joven surfista, excelente alumno, buen amigo, deportista”, sin embargo no tradujo en soberbia sus dones y talentos, sino que intentó “descubrir si Dios lo elegía y para qué lo llamaba”.

Martín Fernández haciendo surf. Crédito: Cortesía Martín Fernández
Martín Fernández haciendo surf. Crédito: Cortesía Martín Fernández

“Hoy muchos jóvenes sienten lejos a Jesús o no se sienten capaces de acercarse a Jesús”, reconoce el P. Panatti, y considera que Dios “le invita a Martín a llevar adelante Chosen para proponérselo a los demás jóvenes”.

“En Chosen aparece esta posibilidad: Dios me amó, Dios me eligió y Dios me da una tarea, una misión con la cual voy a ser feliz” resume el sacerdote.

Finalmente, su fundador asegura que en Chosen, poder hablar de esas inquietudes y búsquedas personales “alivia la existencia” de muchos jóvenes. “Se escuchan entre ellos, y eso es casi lo más potente del programa”.

“Un proyecto de felicidad no es algo instantáneo, es algo que vas descubriendo con el tiempo. Y ¿qué mejor que eso? Es apasionante ir descubriendo en el día a día”, sintetiza Martín, invitando a los jóvenes a responder a la invitación de descubrir el gran proyecto que Dios soñó para cada uno.

Más información y formulario para postulaciones en la bio de Instagram: @chosen_vocacion.