Fieles católicos llenaron la Catedral de Canterbury la tarde del lunes para una Misa histórica, con bendición papal y la liturgia eucarística celebrada por el nuncio apostólico, en honor a Santo Tomás Becket y la traslación de sus reliquias en 1220.
Desde finales del siglo XX, los líderes anglicanos de la catedral han permitido que la parroquia católica local de St. Thomas of Canterbury celebre la traslación (traslado) de las reliquias cada 7 de julio con una Misa en el altar mayor.
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Pero la Misa de este año fue considerablemente diferente: celebrada para conmemorar el Jubileo de la Esperanza, contó con la presencia del nuncio apostólico, el arzobispo Miguel Maury Buendía, y un coro de clase mundial, convirtiéndola en un gran espectáculo de significado histórico.
Llena hasta desbordarse de sacerdotes católicos, dignatarios y peregrinos, e incluso el equipo de cricket del Vaticano de gira por Inglaterra, muchos peregrinos tuvieron que sentarse fuera del coro, en los transeptos laterales de la catedral, debido a la gran asistencia.

Según los organizadores, alrededor de 800 fieles asistieron a la Misa, lo que la convierte en la Misa “mejor concurrida” en la Catedral de Canterbury desde la Reforma, dijo al National Catholic Register el noble católico Lord Christopher Monckton de Brenchley.
La última celebración histórica previa de la traslación, a la que asistieron 300 fieles, fue hace una década, cuando el Cardenal George Pell celebró la Misa en la catedral, convirtiéndose en el primer cardenal católico en celebrar la Eucaristía allí desde el último arzobispo católico de Canterbury, el Cardenal Reginald Pole, en el siglo XVI.
La Misa del lunes llega meses después de que los administradores de la catedral enfadaran a muchos fieles al permitir que se celebraran una serie de “discotecas silenciosas” en la nave de la catedral el año pasado. La semana pasada, anunciaron que permitirán un “Gran Baile Gatsby” en septiembre. Los eventos, que han sido condenados como profanación, buscan recaudar fondos para la catedral, que atraviesa dificultades económicas.
En su mensaje a los peregrinos el lunes, el Santo Padre oró para que en este año jubilar los fieles reunidos fueran “verdaderos peregrinos de esperanza”. Les aseguró “sus bendiciones espirituales” y que “ofrezcan sus devociones a Santo Tomás de Canterbury en el lugar de su martirio”.
Antiguo Lord Canciller antes de ser nombrado Arzobispo de Canterbury en 1162, Santo Tomás Becket libró un amargo conflicto con el rey Enrique II por los esfuerzos del soberano de afirmar la autoridad real sobre la Iglesia.
Después de que Santo Tomás excomulgara a los obispos que apoyaban al rey, cuatro caballeros viajaron a Canterbury, bajo la impresión de que Enrique quería que el arzobispo fuera asesinado. Tras ser asesinado Becket en la Catedral de Canterbury en 1170, su martirio rápidamente dio lugar a un gran culto de devoción.
Las historias vivas de Canterbury
Tras su muerte, el número de peregrinos a Canterbury para honrar a Becket siguió creciendo, lo que llevó a que el santuario fuera trasladado de la cripta en 1220 a un magnífico santuario detrás del altar mayor. Las multitudes de peregrinos devotos de Santo Tomás inspiraron Los Cuentos de Canterbury de Geoffrey Chaucer. Cuatro siglos después, en 1538, el rey Enrique VIII, entonces enfrascado en una disputa similar entre Iglesia y Estado, mandó destruir por completo el santuario. Hoy, sólo una inscripción y una vela encendida marcan el lugar donde estuvo el santuario.

En su homilía durante la Misa del lunes, el arzobispo Maury señaló que la liturgia se celebraba en la catedral más antigua del mundo angloparlante, y que las vidrieras de la catedral “ilustran los muchos milagros atribuidos a Santo Tomás en la época medieval”.
“Esto también debe ser una historia viva. Nuestro mundo, hoy como entonces, necesita esperanza”, dijo.
Los fieles deben “inspirarse en la santidad de Santo Tomás y su valiente testimonio de Cristo y su Iglesia”, continuó. Como San Pablo, dijo, Becket se regocijó en sus sufrimientos, no por beneficio personal “sino por el bien del Cuerpo de Cristo, especialmente en la defensa de la libertad de la Iglesia frente a la injerencia secular”.

Becket abrazó su cruz con un amor desinteresado, dijo el diplomático papal, haciéndose siervo para llevar a otros al conocimiento del Amor Divino. También citó la reciente exhortación del Papa León de “desaparecer para que Cristo permanezca, hacerse pequeño para que Él sea conocido y glorificado”.
“Santo Tomás no murió por una ideología”, afirmó el arzobispo Maury. “Su martirio fue testimonio de la relación con Cristo que cultivó en su ministerio episcopal: una participación en el misterio pascual de Nuestro Señor”.
Concluyó llamando a los fieles a rezar a Santo Tomás como peregrinos necesitados de esperanza y sanación, pidiendo la intercesión de la Santísima Virgen María para que “podamos ser testigos fieles de Cristo, creciendo cada día en el amor a Él y a los demás. Amén”.
Al final de la Misa de peregrinación, que contó en todo momento con música sacra del compositor inglés del siglo XVI William Byrd, interpretada por el mundialmente famoso Coro Tenebrae, la congregación cantó el himno patriótico de William Blake, “Jerusalem”. El arzobispo Maury bendijo a los fieles con reliquias de Santo Tomás.

Muchos de los presentes expresaron al Register lo impresionados que estaban por el significado histórico de la Misa.
“Creo que ha sido el evento más extraordinario”, dijo Michael Southern, católico de toda la vida que asiste a una parroquia en Tunbridge Wells, cerca de allí. Señaló cómo han cambiado los tiempos desde que anglicanos y católicos no podían entrar en las iglesias de los otros, y se maravilló de poder cantar el Salve Regina en la catedral. “Ahí es donde debe cantarse”, dijo. “Ojalá sea el comienzo de algo”.
El P. Paul Diaper, del Opus Dei, que viajó desde la parroquia londinense de St. Thomas More, Swiss Cottage, dijo que tener una Misa así en la iglesia madre de Inglaterra fue “muy impresionante, muy conmovedor. Debemos orar mucho por la conversión de Inglaterra”.

El respetado comentarista católico Gavin Ashenden, quien de niño en la década de 1970 fue confirmado como anglicano en la Catedral de Canterbury antes de convertirse en vicario anglicano y luego ser recibido en la Iglesia Católica en 2019, dijo que nunca habría imaginado que se celebrara una Misa allí. “Todavía estoy un poco atónito, y absolutamente encantado”, dijo al Register.
Catedral construida para la Misa
“Hay una presencia del episcopado y el sacerdocio católicos”, dijo Ashenden. “Los anglicanos, que Dios los bendiga, toman prestadas las vestiduras y parte de la coreografía, pero — no sé cómo decirlo — hay una autenticidad: Esta es la Misa católica para la que se construyó la catedral, es inconfundible y hay una sensación de congruencia sanadora”.
“Fue simplemente maravilloso: el lugar, la gente, la música, como un pedazo de cielo”, dijo Jack Valero, portavoz del Opus Dei en Gran Bretaña. “La Iglesia Católica está viva, pertenecemos aquí en este país, tenemos algo realmente importante que decir. Y aquí estamos, en el centro del cristianismo en las Islas Británicas”.

Él dijo que no sabía si esto marcaba el inicio de un avivamiento, pero que muestra que el corazón católico del país “late” y que la Misa fue una señal clara de que, “con todo lo que está pasando, hay algo muy fuerte aquí en la Iglesia Católica. Tenemos confianza”.
Señalando dos recientes votaciones en la Cámara de los Comunes, una despenalizando el aborto hasta el nacimiento y la otra permitiendo el suicidio asistido, Ashenden, quien fue capellán de la reina Isabel II, dijo que el país debe enfrentar de nuevo el “exceso del Estado”. La Misa del lunes, dijo, no fue, por tanto, “sólo un momento de celebración nostálgica”, sino un recordatorio de que los antepasados del país tuvieron que pagar el precio más alto para poder practicar la única fe verdadera. “Fue ese camino y ese principio lo que celebramos esta noche”, dijo.
Traducido y adaptado por el equipo de ACI Prensa. Publicado originalmente en el National Catholic Register.





