El Papa León XIV se reunió este jueves con los niños que participan en el campamento de verano del Vaticano. En un ambiente alegre y distendido, compartió con ellos recuerdos de su infancia, respondiendo con cercanía y ternura a las preguntas de los más pequeños.
"¿Ibas a Misa de niño?", le preguntó una niña al Papa León XIV en la sexta edición del Campamento de Verano del Vaticano, dirigido a los hijos de los empleados de la Santa Sede. Los ojos del Santo Padre, cuando escuchó la pregunta, se iluminaron al recordar que encontraba a su… pic.twitter.com/ihdOHxAj2Z
— ACI Prensa (@aciprensa) July 3, 2025
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Uno de los niños, con la inocencia propia de su edad, le preguntó si cuando era niño iba a Misa y qué le gustaba hacer. El Papa, con una sonrisa, respondió: “Claro que sí. Iba a Misa con mamá y papá”, y también contó que desde los seis años era monaguillo en la parroquia”.
Añadió que su madre lo despertaba cada mañana para ir a Misa antes de la escuela: “Siempre nos despertaba y decía: ‘¿Vamos a Misa?’”.
“Servir en la Misa era algo que me gustaba mucho, porque desde pequeño me enseñaron que Jesús siempre está cerca, que es el mejor amigo, y que la Misa era una forma de encontrarme con Él, incluso antes de hacer la Primera Comunión”, contó el Pontífice.
Frente a los más de 600 niños reunidos en el Aula Pablo VI, entre ellos 300 procedentes de Ucrania acogidos por Cáritas Italia, el Papa recordó que tuvo que aprender latín para seguir la Misa.
No obstante, subrayó que lo más importante no era el idioma de la celebración, sino “la experiencia de encontrarse con otros niños que también servían en la Misa, la amistad, y esa cercanía con Jesús en la Iglesia”. Y concluyó confesando que, en su tiempo libre, disfrutaba de lo mismo que cualquier otro niño: jugar.
Otro de los pequeños le preguntó a continuación cómo acoger a quien es diferente. “¡Qué buena pregunta! Otro aplauso también para él”, exclamó el Santo Padre.
Al dirigirse especialmente a los niños ucranianos —quienes “están sufriendo mucho a causa de la guerra”—, destacó que es “muy importante vivir la experiencia del encuentro, de encontrarse con el otro, respetarse mutuamente, y aprender a ser amigos los unos con los otros”.
A pesar de las diferencias, animó a los niños a “respetarse mutuamente” y a “vivir un encuentro con respeto por el otro, para construir puentes, para construir la amistad, para reconocer que todos podemos ser amigos, hermanos, hermanas, y que así podamos caminar juntos y seguir adelante”.
También advirtió que, a veces, se “requiere un esfuerzo especial”, pero insistió en que “debemos aprender a respetarnos mutuamente, a saber que se puede vivir el encuentro y vivir como amigos todos”.
Preguntado por la guerra, especialmente la de Ucrania, señaló que “también siendo pequeños, todos podemos aprender a ser constructores de paz y de amistad, no entrar en guerra, en batalla, nunca promover el odio”.
“Hay muchas pequeñas cosas, también para ustedes, que a veces uno mira y dice: ‘Me gustan más esos zapatos, yo no los tengo, entonces miro mal a la otra persona’ o ‘siento envidia’, algo que me hace sentir un poco mal en el corazón”, indicó a los niños.
En cambió, explicó que Jesús “nos llama a aprender a ser todos amigos, todos hermanos, hermanas. Y viviendo esa experiencia —seamos italianos, americanos, ucranianos, del país de donde venimos— todos somos hijos e hijas de Dios”.
“Ya desde pequeños podemos aprender a ser constructores de puentes, buscar oportunidades para ayudar al otro. Y también ustedes, los más pequeños, ya pueden empezar a buscar esas ocasiones, esas oportunidades. Ser promotores de paz, promotores de amistad, de amor entre todos”, pidió el Papa a los niños.
Por último, animó a los chicos a gritar en ucraniano la palabra “bienvenidos”, en un tierno gesto de acogida a los niños que sufren el dolor de la guerra desde hace más de tres años.



