El Arcipreste de la Basílica de Santa María la Mayor, Cardenal Stanislaw Rylko, presidió este sábado la celebración de la Hora de la Madre en la que animó a recurrir a María porque “está siempre dispuesta a secar las lágrimas de sus hijos”.

Desde hace más de treinta años está basílica romana es sede de la Hora de la Madre, una celebración que tiene lugar el sábado santo por la mañana para recordar “la culminación del largo y arduo camino de fe de María, que al pie del Crucifijo se asoció al sacrificio de su Hijo, acogiendo como hijos a todos los hombres redimidos por Cristo”, según explicó en el 2023 una nota de Vatican News

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En ese sentido, en su homilía de este 19 de abril, el purpurado indicó que el Sábado Santo es “un día de gran silencio, un día de gran espera”.

El Cardenal Rylko centró su reflexión en dos aspectos: el primero es el llanto de María que experimentó el “dolor indecible” de la agonía de Jesús en el Gólgota. Sin embargo, señaló que se trata de un llanto al que no debe temerse, pues como ha explicado el Papa Francisco, “las lágrimas a veces nos hacen bien, purifican nuestra mirada hacia Dios y hacia el prójimo”.

De acuerdo a Vatican News, el segundo aspecto es la donación que hace Cristo al confiar su Madre al apóstol Juan, diciéndole ”¡Ahí tienes a tu madre!”.

Con estas palabras Jesús extendió “la maternidad espiritual de María a toda la Iglesia”. “En ese momento”, afirmó, “todos nos convertimos en sus hijos y ella en nuestra Madre. ¡Este es el inmenso regalo que Cristo nos dio en los últimos momentos de su vida en la cruz!”.

“Tenemos una Madre en el cielo que nos ama, una Madre llena de compasión por cada uno de nosotros, que está a nuestro lado en las pruebas de la vida, en los sufrimientos que afrontamos en nuestro camino”, expresó el Cardenal Rylko.

El purpurado recordó que la Basílica de Santa María la Mayor no sólo es el templo mariano más antiguo de Roma y de todo Occidente, sino que también es el “puente entre Oriente y Occidente” porque acogió “la primera celebración Eucarística de rito bizantino, presidida por los santos Cirilo y Metodio”.

Pero además, es la iglesia donde se encuentra la imagen de la Virgen Salus populi romani, la devoción querida por el Papa Francisco a la que encomienda sus viajes internacionales.
Esta imagen tiene un detalle que “no todos notan”, indicó. Se trata de “un pañuelo en la mano izquierda” para indicar que la Madre de Dios “está siempre dispuesta a enjugar las lágrimas de sus hijos”.

Por ello, invitó a las personas a pedir a María que "nos acompañe en los caminos, a menudo tortuosos, de nuestra vida personal, familiar y social". Ella, cuya fe no vaciló ni siquiera ante “el escándalo de la cruz y del sepulcro sellado que contenía el cuerpo” del Hijo, Ella que es modelo de “esperanza inquebrantable”, sea “nuestra guía segura para vivir esta Pascua”, concluyó.