Eran alrededor de las 2:00 p.m. del 29 de agosto de 2022 cuando un rayo cayó sobre la iglesia Mary, Queen of Angels, de 150 años de antigüedad, en Fort Scott, Kansas (Estados Unidos). En la escuela católica St. Mary’s, que se encontraba al lado, la fuerza del rayo hizo caer a varios estudiantes de sus asientos y sacudió las placas del techo.
Cuando el P. Yancey Burgess, párroco de la parroquia, evaluó los daños, descubrió que el rayo había “quemado por completo” el ascensor de la iglesia, pero “no vio nada más malo en la escuela ni en la iglesia”. A pesar de la rareza del día, la vida continuó con normalidad. Un grupo de hombres celebró una reunión a las 6:00 p.m. en la iglesia, mientras que otros estuvieron en la escuela en las últimas horas del día.
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Sin embargo, a las 8:00 p.m., el fuego que se había iniciado en el ático finalmente se reveló, ya que el humo se elevaba desde el techo de la iglesia. El infierno consumió rápidamente la estructura; la iglesia no pudo salvarse (aunque el Santísimo Sacramento pudo ser llevado a un lugar seguro).
Durante toda la noche, cientos de fieles permanecieron de pie, observando cómo su amado hogar espiritual era envuelto por las llamas, casi reducido a escombros. Todas las obras de arte del interior estaban ahora en cenizas o dañadas sin posibilidad de reparación. El techo se había derrumbado y las vigas quemadas cubrían la nave, que aún estaba caliente cuando llegó la mañana.

Aun así, el P. Burgess no se desesperó. Sabía que la parroquia sería reconstruida, pero eso llevaría más de dos años.
“Un tesoro”
Cuando Robert Elliot se enteró del incendio, llamó inmediatamente al P. Burgess y le ofreció su talento. Antes de jubilarse el pasado mes de diciembre, Elliot tuvo su propio estudio de arte durante casi 30 años en Wichita.
Aunque no era feligrés de Mary, Queen of Angels, el incendio lo afectó profundamente. El P. Burgess y Elliot entablaron una amistad años antes, cuando la esposa de este último, Theresa, enfermó y falleció en 2016. El primero era el capellán del hospital en la Capilla de la Madre Dolorosa, Via Christi, Campus St. Francis; más tarde sería el celebrante principal en la Misa fúnebre de Theresa.
“Esta iglesia era un tesoro, no sólo para el pueblo de Mary, Queen of Angels, sino un tesoro de la [Diócesis de Wichita] también”, dijo Elliot al National Catholic Register.
Pero la tarea sería monumental y demandaría mucho tiempo. Las estaciones del Vía Crucis, que miden casi 1,50 metros de alto, quedaron “absolutamente destruidas”, sólo “montones de escombros”, dijo el artista. Aparte del “trauma” infligido por el fuego, varias piezas eran tan antiguas como la propia iglesia y, por lo tanto, frágiles y delicadas al tacto. Además, la financiación sería limitada, ya que el seguro sólo cubría 59.000 dólares para reemplazar los elementos; el proyecto finalmente costaría 160.000 dólares.

Con la ayuda de los feligreses, Elliot recogió los pedazos rotos y estropeados que pudo y luego los transportó de regreso a su estudio, que estaba a más de dos horas de Fort Scott.
Un trabajo de amor
Para que coincidiera con el estilo original de las estatuas del siglo XIX, Elliot creó moldes de cada estación y estudió “miles de imágenes diferentes para ver cuál era el aspecto y el período de tiempo más deseables” que tenía que emular. Mientras tanto, los fragmentos sobrevivientes no sólo debían limpiarse, sino también lijarse para eliminar tres capas de pintura que databan de la fundación de la iglesia, lo que parecía una “excavación arqueológica”. Además, para que las nuevas Estaciones del Vía Crucis fueran más resistentes, incrustó un marco de metal dentro de su estructura para sostener y distribuir uniformemente el peso de la obra.
Durante más de dos años, seis días a la semana, Elliot dedicó su tiempo y energía al proyecto de restauración. Donó su propio dinero a la causa e incluso se negó a recibir ingresos durante un año. Sin embargo, no fue el único. Siempre optimista, el artista convirtió la “mala situación en la mayor oportunidad” para jóvenes talentos en ascenso, iniciando un programa de aprendizaje para enseñarles “las habilidades básicas de la restauración”.
“Lo tratamos como un ministerio”, dijo Elliot. Entre la Universidad Estatal de Wichita, las escuelas secundarias católicas locales y los voluntarios, más de 30 personas contribuyeron al esfuerzo, y “parecía que cada vez que necesitábamos que aparecieran ángeles, aparecían de la nada”.

Entre esos voluntarios estuvo Jane Clark, ex feligresa de Mary, Queen of Angels y ahora residente de Wichita. A principios de 2024, ella y su esposo conocieron a Elliot durante un evento de 40 Días por la Vida, rezando afuera del centro local de Planned Parenthood.
“Tenía un gran cuerpo ennegrecido por el humo en su coche y bromeaba diciendo que Jesús quería invitarnos a una taza de café”, dijo Clark al Register. “Cuando me enteré de que el crucifijo provenía de nuestra antigua parroquia y que el trabajo en el proyecto se estaba ralentizando por falta de fondos y trabajadores, ofrecí mi ayuda no especializada”.
Para Clark, quien lijó y preparó las figuras, el trabajo fue “una forma íntima de adentrarse en cada una de las Estaciones” y “fue una experiencia sorprendentemente espiritual”.
El único requisito que Elliot tenía para los pasantes, aprendices y voluntarios era que debían ser cristianos, aunque no necesariamente católicos, porque, como explicó, “no quiero a nadie que no lo sea; no quiero que se introduzca su escepticismo” e infunda esos sentimientos en el arte.
“No se trata de nosotros ni de nuestros egos, sino de estar al servicio de todas estas personas y de Dios”, dijo Elliot.
Sin embargo, debido al gasto, el proyecto aún necesita recuperar casi 20.000 dólares. Junto con su propio esfuerzo de recaudación de fondos, la parroquia Mary, Queen of Angels ha apoyado la campaña de Elliot en la página de inicio de su sitio web.
Recuperando su iglesia
En un formulario de seguro, el impacto del rayo fue categorizado como un “acto de Dios”, sin embargo, el incendio no parecía un acto providencial, ya que el techo de la iglesia se derrumbó y el interior quedó dañado.
Sin embargo, la comunidad de Mary, Queen of Angels, al principio triste y confundida, reaccionó rápidamente. Después del incendio, el P. Burgess recibió entre 300 y 400 llamadas telefónicas de personas de Fort Scott y Kansas que querían ayudar. Los feligreses acudieron a la iglesia “para empezar a limpiarla”, dijo el P. Burgess al Register, y agregó: “Finalmente tuvimos que hacer que se detuvieran porque, si bien tenían buenas intenciones, el jefe de bomberos aún no había declarado qué causó el incendio, por lo que todavía tenía que hacer su inspección”.
Aunque los esfuerzos de limpieza fueron encomiables, el párroco estaba aún más sorprendido por el aumento de asistencia a Misa y de familias que ingresaban a la parroquia en los días, meses y años siguientes.

“Normalmente, para una Misa diaria, tendríamos unas 20 personas, pero al día siguiente [el 30 de agosto de 2022] teníamos 200 personas”, dijo el P. Burgess. “Pero es interesante que, cuando cayó el rayo, teníamos unas 290 familias en la parroquia; dos años después, tenemos 380 familias”.
Durante los dos años siguientes, hasta que se celebró la Misa de rededicación de la parroquia en el gimnasio de la escuela católica St. Mary el 23 de noviembre de 2024, todos los viernes, voluntarios y estudiantes instalaban 250 sillas y convertían el espacio en una iglesia tanto como fue posible. Luego, después de la Misa de las 10:00 a.m. del domingo, “todos las quitaban para poder tener su gimnasio para jugar y hacer educación física durante la semana”, dijo el P. Burgess, y agregó: “Hubo sacrificios hechos por jóvenes y viejos. Valió la pena”.
La vida parroquial también continuó con renovado vigor, organizando comidas de pescado frito durante la Cuaresma, cenas de espaguetis, concursos de chile y un festival anual de otoño, entre otros eventos, todos orientados a la recaudación de fondos para la reconstrucción de la iglesia, que ascendió a un total de 7,8 millones de dólares.

En cuanto a la reconstrucción de la iglesia, que fue completada por Simpson Construction y Alloy Architecture, se desarrolló según lo previsto, con pocas interrupciones causadas por el clima o por la espera de que se trajeran equipos y materiales desde Wichita o Kansas City. Finalmente, la nueva iglesia se construyó para que coincidiera con el estilo de la estructura anterior, aunque con comodidades modernas y accesibilidad para personas con discapacidad.
Sin embargo, el seguro sólo cubría entre el 80% y el 90% del proyecto; el resto tuvo que pedirse prestado a la Diócesis de Wichita. A través de una activa campaña de recaudación de fondos, llamada “Fondo de reconstrucción de la iglesia”, la parroquia necesita 600.000 dólares adicionales para pagar la nueva iglesia. Aunque se trata de una meta abrumadora, el P. Burgess sabe que el dinero llegará y confía en que el Señor proveerá.
“Muchos [feligreses] son agricultores y ganaderos”, dijo. “No son personas con grandes recursos, por lo que se necesita el pequeño aporte de todos para que ese gran aporte se haga realidad”.

Sin embargo, la reacción ante el resultado de la construcción no podía ser exagerada. Cuando se abrieron las puertas de la nueva iglesia, muchos lloraron, en particular al ver las “maravillosas obras de arte” de Elliot, contó el párroco. Mientras tanto, después de años de espera, el párroco se emocionó cuando escuchó la música del órgano reinstalado por primera vez.
Al final, lo que comenzó como un desastre ha dado lugar a una comunidad parroquial más vibrante y esperanzadora, según el P. Burgess. “Todavía estamos asombrados por el regalo que Dios nos dio de tener nuestra iglesia de vuelta con todas las novedades”, dijo. “Estamos muy agradecidos”.
Traducido y adaptado por el equipo de ACI Prensa. Publicado originalmente en el National Catholic Register.