El Papa Francisco envió un mensaje a los gitanos con ocasión de sus seis siglos de presencia en España y afirmó que “tienen mucho que aportar a la Iglesia y a la sociedad”, como sus valores en torno a la familia.
“En 2025 conmemoramos los 600 años de vuestra presencia en España”, señala el Papa al inicio de su mensaje, firmado el pasado 9 de enero.
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El 12 de enero de 1425 se considera la fecha del ingreso de los gitanos a la península ibérica a raíz del salvoconducto que el rey Alfonso V el Magnánimo concedió al gitano Juan, conde de Egipto menor, para que pudiera circular y atravesar el reino de Aragón en su peregrinaje a Santiago de Compostela.
De acuerdo al Ministerio de Cultura de España, este habría sido el inicio de una ola migratoria de gitanos provenientes de Europa central. Otra migración ingresaría a finales del siglo XV por el Mediterráneo.
En su mensaje, el Pontífice dijo que si bien la historia de los gitanos “ha estado marcada por la incomprensión, el rechazo y la marginación”, también en los momentos más duros “han descubierto la cercanía de Dios”.
“Dios peregrina en la historia con la humanidad y se ha hecho nómada con el pueblo gitano. El Niño Manuel —como llaman a Dios con nosotros— también nació en Belén bajo el signo de la persecución y la itinerancia”, expresó.
Luego, el Papa Francisco destacó los esfuerzos de la Iglesia Católica y la sociedad española “para emprender un camino nuevo hacia una inclusión respetuosa” que ha dado frutos, pero que todavía quedan “prejuicios que superar y situaciones dolorosas a las que hacer frente”.
El Pontífice también reiteró a los gitanos que son “hijos de la Iglesia” y que tienen mucho que aportarle a ella y a la sociedad, como sus valores representados en “el aprecio a las personas mayores y el sentido de familia”, el cuidado de la creación, su “capacidad para mantener la alegría y hacer fiesta aunque haya nubarrones en el horizonte; el significado del trabajo —tantas veces malentendido— como un medio para vivir y no tanto para acumular”.
“Muchos de los valores que los identifican como pueblo no sólo son evangélicos, sino también proféticos y contraculturales en estos momentos”, afirmó.
En ese sentido, mencionó los frutos de santidad del pueblo gitano, representados por la Beata Emilia Fernández Rodríguez, la canastera; y el Beato Ceferino Giménez Malla, el tío Pelé.
El Papa Francisco dijo que aunque no lo pretendieron, los dos “fueron y siguen siendo maestros de fe y de vida para gitanos y payos, como tantas personas humildes que abren su pequeñez con confianza a la grandeza de Dios”.
“Desgranando los misterios del Rosario —añadió—, ambos beatos nos recuerdan la importancia de la oración, del encuentro con Dios, fuente de alegría, fraternidad, esperanza y caridad. Los dos arriesgaron y perdieron sus vidas por amor a Dios y buscando el bien de otras personas: el tío Pelé por defender a un sacerdote detenido injustamente, la canastera por proteger a sus catequistas”.
El Pontífice señaló que los dos “fueron humildes y valientes misioneros: Ceferino fue catequista de un grupo de niños, a los que reunía en las afueras de la ciudad de Barbastro, y Emilia transmitió su fe incluso a sus compañeras de prisión en Almería”.
“Ceferino, finalmente, destaca como modelo de fraternidad pues, en una sociedad tan polarizada como la de su tiempo, supo sembrar concordia y solidaridad entre los suyos, mediando también en los conflictos que a veces han empañado las relaciones entre payos y gitanos”, expresó.
El Papa Francisco culminó su mensaje invitando a los gitanos españoles a “continuar haciendo camino”, ofreciendo lo mejor de ellos y transmitiendo la ternura de Dios.
“Es el momento de anunciar, con la fuerza del Señor Jesús, ‘el amor personal de Dios que se hizo hombre, se entregó por nosotros y está vivo ofreciendo su salvación y su amistad’”, señaló.