En el 142° aniversario del fallecimiento del Beato Fray Mamerto Esquiú, una reflexión del Arzobispo de Córdoba, Cardenal Ángel Sixto Rossi, lo define como un “peregrino de esperanza”, el llamado que el Papa Francisco nos hace para este Año Jubilar.
La reflexión, que es a su vez una semblanza del fraile franciscano que fue Obispo de Córdoba a fines del siglo XIX, se difundió a través de la cuenta oficial de Instagram del beato.
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Allí, el Cardenal Rossi aseguró que el lema del Jubileo 2025 le queda “justito, a medida” al Beato Fray Mamerto Esquiú.
“Juan Pablo II nos definía como homo viator, es decir, ‘el hombre que camina’, y afirmaba que la esperanza es la virtud del hombre que camina. Fray Mamerto Esquiú fue claramente eso: peregrino”, afirmó.
“En primer lugar, por los caminos de este mundo. Catamarca, Tarija, Perú, Ecuador, Tierra Santa, Roma, Córdoba”, enumera, y considera interesante el hecho de que “Esquiú murió como vivió: vivió caminando, murió en camino, volviendo de La Rioja”.
“Peregrino de los caminos de este mundo y peregrino de ese otro camino, ciertamente más hondo, más sinuoso, que es el camino del corazón”, profundizó el purpurado.
“Un corazón, el del beato, que tenía claro hacia dónde ir. En primer lugar, hacia el Señor, y por otro lado, el corazón del sabio —dirá Fray Mamerto Esquiú— está en la casa del duelo, en la casa de los que lloran, allí hay que estar presente, hacia allí hay que rumbear, donde están los pobres”, recordó.
El Cardenal Rossi ahondó luego en algunas anécdotas de los tiempos de Esquiú como Obispo de Córdoba: “Por la tarde, contaba alguno de los testigos, solía salir a la calle para visitar alguna comunidad y sentarse al confesionario o hablar con la gente, o con los curas. Iba a pie, nunca en carruaje. Y si se dirigía a un punto distante tomaba un tranvía, sentándose al lado de un niño o de un obrero, con los que hablaba con toda familiaridad”.
“A menudo, el primer patio de la casa y parte de la calle, estaba ocupado por una multitud de pobres que iban a pedir limosna, y el obispo salía a repartirla en persona. Pero como eran tantos los pobres, a menudo se quedaba sin dinero para darles, entonces mandaba a buscar pan que él mismo repartía, procurando que nadie se fuera con las manos vacías, y esta limosna colectiva le absorbía horas enteras”, detalló.
Finalmente, compartió la anécdota “de un extranjero que estaba de paso por Córdoba y preguntó qué había en esta ciudad que mereciera ser conocido, y le contestaron: Si usted llega a conocer al Obispo de Córdoba, conocerá lo mejor que tiene esta ciudad”.
“Al preguntar en dónde vivía el obispo, le respondieron: recorra las calles, y en aquella casa en la que vea entrar o salir una multitud de pobres y necesitados, esa es la casa del obispo”.
¿Quién fue Fray Mamerto Esquiú?
Mamerto de la Ascensión Esquiú nació en Piedra Blanca, Catamarca, el 11 de mayo de 1826. A sus 5 años, a raíz de una promesa en la que rezó por la salud del niño, su madre lo vistió con el hábito franciscano.
Se unió a los Frailes Menores de la Provincia de la Asunción en 1841 en Argentina. Su sacerdocio se caracterizó por una prédica firme y clara, virtud que lo hizo protagonista durante la creación del Estado Federal Argentino con sus llamamientos a la paz, a la hermandad y a la colaboración civil en la aprobación de la Constitución Nacional.
En el ámbito político, fue diputado y miembro del Consejo de Gobierno de Catamarca.
Su vida franciscana continuó en un convento de misiones en Tarija, Bolivia, y en 1870 le propusieron ser Obispo de Buenos Aires, cargo para el que se consideró indigno. Fue entonces que peregrinó a Tierra Santa, Roma y Asís.
En 1879 fue nombrado Arzobispo de Córdoba, con un ministerio episcopal centrado en las obras a favor de los más pobres.
Recorrió distintos pueblos y parajes de la diócesis, llevando su presencia y los sacramentos. Murió en plena actividad, en la posta de "El Suncho", Catamarca, el 10 de enero de 1883.
Fray Mamerto Esquiú fue beatificado el 4 de septiembre de 2021 en Catamarca por el Cardenal Luis Héctor Villalba, Arzobispo emérito de Tucumán y legado del Papa Francisco para este evento.