En una audiencia esta mañana con las monjas canonesas del Espíritu Santo en Sassia, y otras comunidades vinculadas al carisma de Guido di Montpellier, el Papa Francisco señaló que es interesante cómo “el plan de Dios macera en la cocina del corazón”.

Al inicio del encuentro, el Santo Padre recordó al beato Guido Montpellier, religioso francés fundador de los Hospitalarios del Espíritu Santo y a San Juan de Mata, cofundador de la Orden Trinitaria.

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Tomando como ejemplo su compromiso con los pobres y los enfermos, el Papa Francisco señaló que es interesante “cómo el plan de Dios macera en la cocina del corazón y las notas de sabor y color van impregnando las reglas de vida, para después difundir  su perfume a toda la Iglesia”.

A continuación, destacó que “en vuestra regla el voto de pobreza es expresado de una forma particular: vivir sin nada propio”. 

Esta expresión, según el Pontífice, “no significa simplemente una vida esforzadamente sobria y desprendida” sino comprender “que somos huéspedes en la Casa de la Trinidad que nos acoge, compartiéndola con los pobres a los que estamos llamados a servir”. 

De hecho, destacó que “los primeros religiosos al profesar explícitamente los tres consejos evangélicos hablaban de la pobreza como comunión, asumiendo el ejemplo de la Iglesia primitiva en la que todos los creyentes se mantenían unidos y  ponían lo suyo en común”.

De ese modo, añadió, “la vida fraterna va más allá de compartir espacios, tareas y servicios, se trata de hacer una donación total de nosotros mismos a Dios en el hermano, sin reservas”.

“Sin nada propio dejado en la recámara de las seguridades mundanas, escondido en la celda, el bolsillo o, peor aún, en el corazón, pues sólo desde esa libertad podemos comenzar un proyecto en el que avanzamos juntos y del que somos signo escatológico, el viaje hacia las moradas eternas a las que Dios nos convoca”, señaló.

“Un viaje hacia Dios, —continuó el Santo Padre— movidos por el Espíritu Santo, en el que nos convertimos en seguidores  de Cristo redentor, que ha venido a servir y no a ser servido y en maestros de vida, si somos capaces de hacernos pequeños y servidores de todos, acogiendo a los  pobres y dándoles el consuelo de nuestra caridad”.

“Que María, hija predilecta del Padre, madre de Dios Hijo y esposa del Espíritu Santo, les  sostenga en este camino para hacer de sus corazones y de sus comunidades templos vivos de la  Santísima Trinidad”, concluyó el Papa Francisco.