El prefecto del Dicasterio para el Clero en el Vaticano, Cardenal Lázaro You Heung sik, envió una carta a todos los sacerdotes del mundo, en la que explicó que es en el Corazón de Jesús donde está la clave para la dimensión humana y la madurez espiritual de todos los sacerdotes.

En la misiva con fecha 7 de junio, Solemnidad del Sagrado Corazón de Jesús y Jornada Mundial por la Santificación de los Sacerdotes, el purpurado coreano reconoce al principio que “mucho se ha dicho y escrito sobre la importancia de la dimensión humana y de la madurez emocional en la vida del sacerdote”, así como de “los numerosos signos de fragilidad que aparecen en este ámbito”.

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“En todo contexto eclesial y social son muchas las observaciones sobre la falta de educación sobre los sentimientos y las emociones, así como la presencia de analfabetismo emocional y falta de afectividad; algunos hablan de una globalización de la indiferencia, de un cinismo creciente, junto con el narcisismo y la autorreferencialidad”, prosigue el cardenal.

“¿Cómo podemos cuidar nuestra humanidad para ayudarnos también a dar frutos de este modo, sino recurriendo una vez más a Jesús y a su Evangelio?”, cuestiona luego el prefecto del Clero, resaltando la importancia de internalizar “aún más en nosotros los mismos sentimientos del Corazón de Cristo y en nuestro estilo de vida”.

El cardenal recuerda luego que “nuestro corazón es frágil y complicado, pero hermoso... Es un campo de batalla, una ‘mezcolanza’ de barro y espíritu, guardián de deseos infinitos y un ícono de límites hasta la esclerocardia, pero al mismo tiempo un lugar donde el amor es una experiencia inmensa de la que se siente inundado y de la que es capaz, que tiene como fuente última a Dios mismo, Trinidad del amor”.

“Nuestro humanísimo corazón, por tanto, es el lugar donde Cristo quiere seguir viniendo, habitando, habitando, palpitando hasta dejarse traspasar por el amor y por el amor, a imitación de él”.

El prefecto resalta además que el Sagrado Corazón de Jesús le recuerda a cada sacerdote “la miseria y la pequeñez de nuestro corazón, pero más aún de la infinita y regeneradora misericordia del Corazón de Dios manifestada en el Corazón de Jesús”.

“Es en el costado del Corazón traspasado donde queremos refugiarnos para redescubrir la confianza y la tenacidad del Pescador de Galilea que, después de encontrarse pobre y fracasado, con barcas y redes vacías, arroja su corazón mar abierto, confiando en la Palabra de Jesús”.

De ese modo, cada sacerdote podrá “llevar a todos la liberación y el consuelo, anunciando a los pobres la buena nueva y proclamando un año de gracia como peregrinos y testigos de la esperanza”.

Tras subrayar la importancia de los sacramentos como la Eucaristía, presencia real de Jesús, el cardenal alentó a confiarse también al Corazón Inmaculado de María, y poner en práctica lo que ella dice a todos: “Haced lo que Él os diga”.

Para concluir, el prefecto del Dicasterio para el Clero animó a rezar para pedirle a Dios más santas vocaciones; y a rezar por todos los sacerdotes: “cuidémoslos y apoyémoslos siempre con nuestro cariño y cercanía”.