En la mañana de este lunes 20 de mayo, el Papa Francisco recibió en el Vaticano a los miembros del Patronato de la Universidad Loyola de Chicago, a quienes animó a continuar con el legado de San Ignacio.

En su discurso de bienvenida, el Santo Padre remarcó la importancia conservar las “raíces” de una orden religiosa como la Compañía de Jesús y recordó a los jesuitas que es necesario “volver a las raíces para avanzar”.

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“Las raíces de vuestra institución están en la experiencia del Fundador, que siempre puso a Dios en primer lugar y estuvo en constante búsqueda de la voluntad de Dios. Esto se tradujo en él en un asiduo afán de servicio. Salir para servir. Que su itinerario espiritual, marcado por el discernimiento y el compromiso con la justicia, siga inspirando y guiando vuestra vida y vuestra acción”, dijo el Pontífice. 

A continuación, subrayó que la Universidad Loyola se inspira en la tradición de la Compañía de Jesús, “fundada en el discernimiento y la acción”. 

Esta tradición, según el Papa Francisco,  les invita hoy “a buscar la verdad mediante el estudio serio, la escucha atenta y la acción valiente”. 

“Os animo a perseverar en este camino, a ser testigos de esperanza en un mundo marcado a menudo por la división y el conflicto”, expresó. 

En esta línea, les instó también a cultivar el sentido crítico, la capacidad de discernimiento y la sensibilidad ante los retos globales.

En un momento de la historia marcado por cambios rápidos y retos cada vez más complejos, el Santo Padre destacó que “el papel de las instituciones académicas es crucial”. 

“La educación, además de la transmisión de conocimientos, es un compromiso y un método para formar personas capaces de encarnar los valores de la reconciliación y la justicia en todos los aspectos de la vida”. 

Invitó a los miembros del Patronato de la Universidad a formar a “trabajadores soñadores” y reiteró que “para avanzar en la vida, hay que soñar. Una persona que ha perdido la capacidad de soñar carece de creatividad, carece de poesía, y la vida sin poesía no funciona”. 

Les animó también a cultivar “la curiosidad intelectual”, así como “el espíritu de colaboración y la sensibilidad ante los retos de la época en que vivimos, continuando el legado de San Ignacio”. 

“Hacen falta hombres y mujeres dispuestos a poner sus capacidades al servicio de los demás, a trabajar por un futuro en el que cada persona pueda desarrollar sus capacidades y vivir con dignidad y respeto, y el mundo pueda encontrar la paz”, señaló.

 Por último, destacó que en la situación de crisis del mundo actual “parece faltar un horizonte de esperanza”. 

“Y sin esperanza no se puede vivir. No olvidemos la esperanza, que es el ancla, en la orilla, y estamos agarrados a la cuerda. ¡La esperanza nunca defrauda!”, concluyó el Papa Francisco.