Antes del rezo del Regina Caeli en la Plaza de San Pedro del Vaticano, el Papa Francisco aseguró este sexto Domingo de Pascua que Jesús nos ama como amigos: “personas queridas más allá de todo mérito y de toda expectativa”.

Desde la ventana del Palacio Apostólico, tras saludar a los presentes en la plaza, el Santo Padre recordó que “hoy el Evangelio nos habla de Jesús que dice a los Apóstoles: ‘Ya no os llamo siervos, sino amigos’”.

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“En la Biblia, los ‘siervos’ de Dios son personas especiales a quienes Él confía importantes misiones, como por ejemplo Moisés, el rey David, el profeta Elías, hasta la Virgen María”, señaló.

“Son personas en cuyas manos Dios pone sus tesoros. Pero todo esto no basta, según Jesús, para decir quiénes somos para Él, no basta, necesitamos más, algo más grande, que vaya más allá de los bienes y proyectos en sí: necesitamos la amistad”, explicó.

El Papa Francisco recordó que “desde niños aprendemos lo bella que es esta experiencia: ofrecemos a nuestros amigos nuestros juguetes y los más bellos regalos; luego, cuando crecemos, cuando somos adolescentes, les confiamos nuestros primeros secretos; cuando somos jóvenes ofrecemos lealtad; de adultos compartimos satisfacciones y preocupaciones; como ancianos compartimos recuerdos, consideraciones y silencios de largas jornadas”.

“La Palabra de Dios, en el Libro de los Proverbios, nos dice que ‘el perfume y el incienso alegran el corazón, y el consejo del amigo ablanda el alma’ ¡Pensemos por un momento en nuestros amigos y demos gracias al Señor por ellos!”, expresó.

El Papa precisó que “la amistad no es fruto del cálculo, ni de la coerción: surge espontáneamente cuando reconocemos en el otro algo de nosotros mismos. Y, si es verdadera, la amistad es tan fuerte que no falla ni siquiera ante la traición”.

“Un verdadero amigo no te abandona, incluso cuando cometes errores: te corrige, tal vez te regaña, pero te perdona y no te abandona”, indicó.

Luego el Santo Padre destacó que “hoy Jesús, en el Evangelio, nos dice que somos precisamente eso para Él, amigos: personas queridas más allá de todo mérito y de toda expectativa, a quienes extiende su mano y les ofrece su amor, su Gracia, su Palabra; con quien —con nosotros, amigos— comparte lo que más le es querido, todo lo que ha oído del Padre”.

“Hasta el punto de volverse frágil por nosotros, de ponerse en nuestras manos sin defensas y sin pretensiones, porque nos ama. El Señor nos ama, como amigo quiere nuestro bien y quiere que participemos del suyo”, aseguró.

El Papa animó a los fieles católicos a preguntarse: “¿qué rostro tiene el Señor para mí? ¿La cara de un amigo o de un extraño? ¿Me siento amado por Él como una persona querida? ¿Y cuál es el rostro de Jesús que doy testimonio a los demás, especialmente a aquellos que cometen errores y necesitan perdón?”.

“Que María nos ayude a crecer en la amistad con su Hijo y a difundirla entre nosotros”, concluyó.