El Papa Francisco da estos consejos para acrecentar la paciencia

El Papa Francisco en la Audiencia General de este 27 de marzo | Crédito: Daniel Ibáñez/ ACI Prensa

Continuando con su ciclo de catequesis sobre las virtudes, el Papa Francisco dedicó la Audiencia General de este miércoles 27 de marzo a reflexionar sobre la paciencia, una virtud que, aseguró, debemos imitar de Cristo y pedírsela al Espíritu Santo. 

Al inicio, el Santo Padre explicó a los fieles que la Audiencia General se había trasladado desde la Plaza de San Pedro del Vaticano al interior del Aula Pablo VI debido a la lluvia. “Gracias por vuestra paciencia, aquí al menos no nos mojamos”, dijo el Santo Padre.

Por primera vez desde hace cerca de un mes, el Papa Francisco ha leído el texto completo de su catequesis, muestra de que parece haberse recuperado de los problemas de salud que le han impedido leer discursos y homilías en las últimas semanas. 

“En la Pasión surge la paciencia de Cristo”

En la catequesis de este miércoles, el Papa Francisco destacó la importancia de la paciencia, al tiempo que explicó que la palabra tiene la misma raíz que “pasión”.

“Precisamente en la Pasión surge la paciencia de Cristo, que con apacibilidad y mansedumbre acepta ser abofeteado y condenado injustamente; ante Pilato no recrimina; soporta los  insultos, los escupitajos y la flagelación de los soldados; lleva carga con el peso de la cruz; perdona a  quienes lo clavan al madero; y en la cruz no responde a la provocación, sino que ofrece misericordia”.

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Subrayó asimismo que “la paciencia de Jesús no consiste en una resistencia estoica al sufrimiento, sino que es fruto de un amor más grande”.

A continuación, remarcó que la caridad “es magnánima y paciente” y que Jesús, “en lugar desahogarse ante el mal y el pecado del hombre, se revela más grande, dispuesto cada vez a recomenzar con infinita paciencia”.

Para el Papa Francisco, la paciencia “es el primer rasgo de cada gran amor, que sabe responder al mal con el bien, que no se cierra en la cólera y el desaliento, sino que persevera y se relanza”. 

En esta línea, el Santo Padre aseguró que “no hay mejor testimonio del amor de Cristo que encontrarse con un cristiano paciente”. 

“Pensemos también en cuantas madres y padres, trabajadores, médicos y enfermeras, enfermos, que cada día, en secreto, agracian al mundo con santa paciencia”, exclamó. 

Más tarde, el Pontífice lamentó que “a menudo carecemos de paciencia” y que “instintivamente nos impacientamos, es un instintivo impacientarse, y respondemos al mal con el mal”.

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Subrayó que en ocasiones “es difícil  mantener la calma, controlar nuestros instintos, refrenar las malas respuestas, aplacar las peleas y los  conflictos en la familia, en el trabajo, en la comunidad cristiana.  Rápidamente viene la respuesta, no somos capaces de ser pacientes”.

Frente a esto, el Papa Francisco pidió recordar que “la paciencia no es sólo una necesidad, sino una llamada: si Cristo  es paciente, el cristiano está llamado a ser paciente”. 

“Y esto — explicó el Santo Padre —, exige ir a contracorriente de la mentalidad  generalizada de hoy, en la que dominan la prisa y el ‘todo y ahora’; en la que, en lugar de esperar a que  las situaciones maduren, se aprieta a las personas, esperando que cambien al instante”. 

El Papa Francisco remarcó que “la prisa y la impaciencia son enemigas de la vida espiritual: Porque Dios es amor, y quien ama no se cansa, no se  irrita, no da ultimátum, sino que sabe esperar”. 

¿Cómo se hace para acrecentar la paciencia? 

Más tarde, el Papa Francisco recordó que la paciencia es fruto del Espíritu Santo, y por eso hay que pedírsela a Él.

El Santo Padre precisó que especialmente en estos días de Semana Santa, “nos hará bien contemplar al  Crucificado para asimilar su paciencia”. 

“Un buen ejercicio es también llevarle a Él a las personas más molestas, pidiéndole la gracia de poner en práctica con ellas esa obra de misericordia tan conocida como desatendida: aguantar pacientemente a las personas que molestan. Y no es fácil”, aseguró. 

El Papa Francisco explicó que “se empieza por pedir que se les mire  con compasión, con la mirada de Dios, sabiendo distinguir sus rostros de sus defectos”.  

Asimismo, destacó que “tenemos la costumbre de catalogar a las personas con los errores que cometen. Esto no es bueno”. Por ello, invitó a buscar a las personas “por sus rostros, por sus corazones, y no por los errores”. 

Por último, indicó que “para cultivar la paciencia, virtud que da aliento a la vida, conviene ampliar  la mirada”. 

“Por ejemplo, no limitando el mundo a nuestros problemas, como nos invita a hacer la  Imitación de Cristo, que dice así: ‘Es preciso, por tanto, que te acuerdes de los sufrimientos más graves de los demás,  para que aprendas a soportar los tuyos, pequeños’, recordando que ‘No hay cosa, por pequeña que sea,  que se soporte por amor de Dios, que pase sin recompensa delante de Dios” (III, 19)”. 

A modo de conclusión, señaló que “cuando  nos sentimos presos de la prueba, como nos enseña Job, es bueno abrirnos con esperanza a la novedad de  Dios, en la firme confianza de que Él no deja defraudadas nuestras expectativas”.

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