El joven que Don Bosco resucitó para sacarlo del infierno y llevarlo al cielo

San Juan Bosco San Juan Bosco | Crédito: Hijas de María Auxiliadora

Este 31 de enero es la fiesta del Padre y Maestro de la juventud, San Juan Bosco o simplemente Don Bosco, quien resucitó a un joven para sacarlo del infierno y llevarlo al cielo.

En las Memorias Biográficas, conjunto de 19 tomos sobre la vida de Don Bosco, se narra la historia de Carlos, un adolescente de 15 años que asistía al Oratorio de San Francisco de Sales, donde Don Bosco jugaba con los muchachos y les daba formación humana y cristiana.

Cierto día, Carlos enfermó y el médico al verlo tan mal aconsejó a la familia que buscaran a un sacerdote para que lo confiese. El muchacho pidió que llamaran a Don Bosco, pero cuando fueron a buscar al santo, se dieron con la sorpresa de que él estaba fuera de la ciudad. Entonces, llamaron al vice párroco.

Carlos siguió insistiendo en ver a Don Bosco hasta que día y medio después murió. Cuando Don Bosco volvió, se enteró de lo que le pasó a su amigo y fue de inmediato a verlo. Al llegar donde vivía, se encontró con un hombre que trabajaba allí. Éste le dijo que llegaba demasiado tarde porque el muchacho llevaba muerto medio día.

Don Bosco sonrió diciendo que en realidad estaba dormido y que quería ver al muchacho, en medio del llanto de los familiares. Fue llevado a donde estaban velando al cadáver que yacía envuelto en una sábana cosida y con un velo que le cubría la cara.

El santo pidió que lo dejaran solo, hizo una profunda oración, impartió la bendición y llamó dos veces al joven con voz de mando: “Carlos, Carlos, levántate”. El muerto empezó a moverse y Don Bosco de inmediato descosió con sus manos la sábana y le descubrió el rostro.

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Carlos despertó como de un sueño y preguntó por qué estaba así. Luego miró a Don Bosco, lo reconoció y se llenó de alegría. Le explicó al santo que lo había estado esperando. El presbítero, entonces, lo animó a que le contara todo lo que quisiera.

El muchacho le explicó que en su última confesión no dijo un pecado que cometió semanas atrás. Después le describió que había tenido un espantoso sueño en el que se encontraba al borde de un inmenso horno.

Allí buscaba escapar de muchos demonios y cuando estaban a punto de atraparlo, apareció una señora que se puso en medio de él y los malignos, diciéndoles que esperen porque él aún no estaba juzgado. Luego escuchó la voz de Don Bosco y despertó.

Carlos, arrepentido, se confesó con Don Bosco y cuando el sacerdote le estaba dando la absolución entró la mamá y toda la familia. El joven miró a su madre y le dijo: “Don Bosco me salva del infierno”.

El muchacho permaneció lúcido por casi dos horas, se movía y hablaba, pero su cuerpo permaneció frío. Además, le pedía a Don Bosco que siempre recomendara a los muchachos que sean sinceros en la confesión.

Finalmente, Don Bosco le preguntó: “Ahora estás en gracia de Dios: tienes el cielo abierto. ¿Quieres ir allá arriba o quedarte aquí con nosotros?” Carlos contestó: “Quiero ir al cielo”. Y Don Bosco le dijo: “Entonces, ¡hasta volver a vernos en el paraíso!”. 

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Carlos, puso su cabeza sobre la almohada, cerró los ojos y durmió en la paz del Señor.

Es interesante lo último que Don Bosco le dijo a Carlos porque el santo de los jóvenes vivía convencido que él también iría al cielo. Las últimas palabras de Don Bosco antes de morir fueron: “Quiéranse como hermanos… Hagan el bien a todos, el mal a nadie… Díganle a mis muchachos que los espero a todos en el Paraíso”.

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