El Papa Francisco: Los Reyes Magos hallaron a Dios en un Niño recostado en el pesebre

El Papa Francisco presidió este 6 de enero la Misa por la Solemnidad de la Epifanía del Señor, durante la cual animó a seguir el ejemplo de los Reyes Magos de mantener “los ojos fijos en el cielo, los pies sobre la tierra, el corazón postrado en adoración”.

Desde la Basílica de San Pedro, el Pontífice señaló que los sabios venidos de Oriente “son imagen de los pueblos en camino en busca de Dios”. Los Magos, que son extranjeros, no se quedan encerrados en las cosas terrenales, sino que ven surgir una estrella y “emprenden un viaje en busca del Rey que ha nacido”, explicó el Papa.

“¡Hermanos y hermanas, los ojos fijos en el cielo! Necesitamos tener la mirada levantada hacia lo alto, también para aprender a ver la realidad desde arriba. Lo necesitamos en el camino de la vida, para hacernos acompañar de la amistad del Señor, de su amor que nos sostiene, de la luz de su Palabra que nos guía como estrella en la noche”, expresó.

El Pontífice señaló a los seis mil fieles reunidos en la basílica vaticana que en el camino de la fe también es necesario mantener la mirada en el cielo, “para que no se reduzca a un conjunto de prácticas religiosas o a un hábito exterior, sino que se convierta en un fuego que nos quema por dentro y nos hace buscadores apasionados del rostro del Señor y testigos de su Evangelio”.

“Lo necesitamos en la Iglesia”, para que en lugar de dividirse según sus ideas, los católicos pongan a Dios en el centro, afirmó.

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Pero así como miran a lo alto, los Reyes Magos también “tienen los pies sobre la tierra” y se ponen en marcha hacia Jerusalén, donde preguntan: “¿Dónde está el rey de los judíos que acaba de nacer? Porque vimos su estrella en Oriente y hemos venido a adorarlo”.

“El astro que brilla en el cielo los envía a recorrer los caminos de la tierra; levantando la cabeza hacia lo alto son empujados a descender hacia lo bajo; buscando a Dios son invitados a encontrarlo en el hombre, en un Niño que yace en un pesebre, porque Dios, que es lo infinitamente grande, se ha revelado en este pequeño, infinitamente pequeño”, explicó el Papa Francisco.

El Santo Padre indicó que tener los pies en la tierra e ir en camino significa que el don de la fe no ha sido dado para quedarse mirando el cielo, “sino para avanzar por los senderos del mundo como testigos del Evangelio”, porque la luz del Señor no es sólo “para ser consolados en nuestras noches”, sino para iluminar “las densas tinieblas que envuelven tantas situaciones sociales”.

“El Dios que viene a visitarnos no lo encontramos permaneciendo quietos en alguna bella teoría religiosa, sino poniéndonos en camino, buscando los signos de su presencia en las realidades de cada día y, sobre todo, encontrando y tocando la carne de los hermanos”, añadió.

“Los Magos, en efecto, nos enseñan que el encuentro con Dios nos abre a una esperanza más grande”, afirmó el Pontífice quien, citando a Benedicto XVI, recordó que “si falta la verdadera esperanza, se busca la felicidad en la embriaguez, en lo superfluo, en los excesos, y los hombres se arruinan a sí mismos y al mundo”.

“Por esto, hacen falta hombres que alimenten una gran esperanza y posean por ello una gran valentía. La valentía de los Magos, que emprendieron un largo viaje siguiendo una estrella, y que supieron arrodillarse ante un Niño y ofrecerle sus dones preciosos”, indicó el Papa, citando las palabras que pronunció Benedicto XVI en su homilía del 6 enero 2008.

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“Por último —dijo el Papa Francisco—, los Magos tienen el corazón postrado en adoración. Miran a la estrella en el cielo, pero no se refugian en una devoción separada de la tierra; emprenden el viaje, pero no vagan como turistas sin rumbo. Ellos llegan a Belén y, cuando vieron al Niño, ‘se postraron y lo adoraron’”.

En ese sentido, el Santo Padre animó a los fieles a levantar los ojos al cielo, ponerse en camino en busca del Señor e inclinar “el corazón en adoración”.

“Pidamos la gracia de no perder nunca el ánimo, la valentía de ser buscadores de Dios, hombres de esperanza, soñadores intrépidos que escrutan el cielo y caminan por los senderos del mundo para llevar a todos la luz de Cristo, que ilumina a cada uno de los hombre”, concluyó el Papa Francisco.

Al final de la Misa, como es tradición, el Pontífice se dirigió a la imagen de la Virgen María para rendirle homenaje y hacer una breve oración, para posteriormente retirarse de la Basílica de San Pedro.

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