El purpurado reconoció que “ciertamente hay ‘situaciones difíciles’ que es necesario discernir y acompañar pastoralmente. Puede ocurrir que alguna de estas madres, dada la fragilidad de su situación, algunas veces recurra a vender su cuerpo para sostener su familia. La comunidad cristiana está llamada a hacer todo lo posible para ayudarle a evitar este gravísimo riesgo, más que juzgarla duramente”.
“A menudo, cuando se comenta el episodio bíblico de la mujer adúltera (Jn 8, 1-11), se remarca la frase final: ‘no peques más’. Ciertamente, Jesús invita siempre a cambiar de vida, a responder más fielmente a la voluntad de Dios, a vivir con mayor dignidad. Sin embargo, esa frase no constituye el mensaje central de esta perícopa evangélica, que es sencillamente la invitación a reconocer que nadie puede arrojar la primera piedra”.
Citando a la exhortación apostólica Amoris laetitia, el Cardenal Fernández indicó que “por eso el Papa Francisco, refiriéndose a las madres que deben criar solas a sus hijos recuerda que ‘en las difíciles situaciones que viven las personas más necesitadas, la Iglesia debe tener un especial cuidado para comprender, consolar, integrar, evitando imponerles una serie de normas como si fueran una roca, con lo cual se consigue el efecto de hacerlas sentir juzgadas y abandonadas precisamente por esa Madre que está llamada a acercarles la misericordia de Dios’”.
“Finalmente, es preciso recordar las palabras del Santo Padre en su mensaje al Sínodo en las que subrayaba el rostro femenino y materno de la Iglesia y denunciaba las ‘actitudes machistas y dictatoriales’ de aquellos ministros que ‘se exceden en su servicio y maltratan el pueblo de Dios’. A Usted, le corresponde velar para que ese tipo de comportamientos no se den en su iglesia local”, señaló.