México y Venezuela comparten una gracia especialísima del Cielo. Ha querido Dios que su Santa Madre se apareciese en ambos países. Pero existe un vínculo más profundo, desconocido para muchos, que une la historia de fe mariana de ambas naciones: Nuestra Señora de Guadalupe.
Guadalupe y Coromoto serían además las únicas manifestaciones marianas de la historia que han dejado “imágenes vivas” de la Santísima Virgen: la tilma de San Juan Diego y la imagen milagrosa que apareció en la mano del cacique Coromoto, un pequeño lienzo de 2.5 centímetros de alto que tiene impresa la imagen de la Virgen con el Niño Jesús.
Corría el mes de junio de 1531, cuando en Venezuela se fundó la primera sede episcopal de Sudamérica, la Diócesis de Coro (hoy Arquidiócesis) en el estado Falcón. Aquel mismo año, en diciembre, “la siempre Virgen María, Madre del verdadero Dios, por quien se vive” se revelaría al indio Juan Diego.