El faro
En tercer lugar, el Papa Francisco reflexionó sobre la imagen del “faro”. Consideró la posibilidad de crear una “Conferencia de Obispos Mediterráneos”, que permita “más posibilidades de intercambio y que dé mayor representatividad eclesial a la región”.
“Pensando también en la cuestión portuaria y migratoria, podría ser fructífero trabajar por una pastoral específica aún más coordinada, de manera que las diócesis más expuestas puedan asegurar una mejor asistencia espiritual y humana a las hermanas y hermanos que llegan necesitados”, aclaró más tarde.
A continuación, se dirigió a los jóvenes, “la luz que señala el rumbo futuro” y pidió “que las universidades mediterráneas sean laboratorios de sueños y astilleros del futuro, donde los jóvenes maduren encontrándose, conociéndose y descubriendo culturas y contextos cercanos y diferentes al mismo tiempo”.
Aseguró que “mezclarse” desde niños con los demás, “se pueden superar muchas barreras y prejuicios, desarrollando la propia identidad en un contexto de enriquecimiento mutuo”.
Afirmó, además, que “el desafío es también el de una teología mediterránea, que desarrolle un pensamiento adherido a la realidad, “casa” de lo humano y no sólo del dato técnico, capaz de unir a las generaciones vinculando memoria con futuro, y de promover con originalidad el camino ecuménico entre cristianos, así como el diálogo entre creyentes de distintas religiones”.
“Y también es necesario reflexionar sobre el misterio de Dios, que nadie puede pretender poseer ni dominar, y que, de hecho, debe sustraerse a todo uso violento e instrumental, conscientes de que la confesión de su grandeza presupone en nosotros la humildad del que busca”.
A modo de conclusión, pidió a los presentes ser “un mar de bien, para hacer frente a la pobreza de hoy con una sinergia solidaria; sean un puerto acogedor, para abrazar a los que buscan un futuro mejor; sean un faro de paz, para quebrantar, mediante la cultura del encuentro, los oscuros abismos de la violencia y de la guerra”.
Al finalizar su discurso, una joven inmigrante cantó el Ave María en siríaco.
Almudena Martínez-Bordiú es una periodista española corresponsal de ACI Prensa en Roma y el Vaticano, con cuatro años de experiencia en información religiosa.