Obispo insta a dictadores y sus cómplices en Nicaragua a detener abusos y convertirse

Silvio José Báez Mons. Silvio José Báez en su homilía pronunciada el domingo 10 de septiembre de 2023 | Crédito: Mons. Silvio José Báez

El Obispo Auxiliar de Managua, Mons. Silvio Báez, quien vive exiliado en Estados Unidos, hizo un llamado a los dictadores, militares y policías de Nicaragua a detener los abusos contra la población “que clama justicia” y a convertirse al Evangelio de Cristo.

“Hoy es necesario alzar la voz en nombre de Dios y llamar a la conversión a todos los que son verdugos del pueblo, a los que se han divinizado, exigiendo ser obedecidos y adorados”, expresó en su homilía pronunciada el domingo 10 de septiembre.

“La voz profética hoy se alza para llamar a los dictadores, invitándolos a reflexionar y cambiar de vida: reconozcan sus graves crímenes contra la vida y la justicia, respeten los derechos humanos, no priven al pueblo de sus libertades, liberen a los presos políticos”, continuó desde la iglesia de Santa Ágata, en Miami.

Asimismo, el Prelado, obligado al exilio por la dictadura de Daniel Ortega y Rosario Murillo, instó a que “cesen en su intento criminal de destruir a la Iglesia” y que se conviertan “a la justicia, regresen a Dios, pidan perdón y cambien sus vidas”.

Seguidamente, Mons. Báez se refirió a los “militares arrogantes, corruptos y culpables de crímenes de lesa humanidad”, invitándolos a que dejen “de amenazar las voces libres que claman por justicia” y pidan perdón por sus crímenes.

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“Hoy, la voz profética se pronuncia contra los portavoces del régimen y todos sus cómplices que, por beneficio personal, se arrastran ante los que están en el poder como cómplices de la corrupción, servidores de la mentira y viles artífices de las ofensas. ¡Avergüénzate de tu degradación y, si alguna vez tuviste fe, reconoce que estás equivocado, pide perdón a Dios y cambia tu vida!”, exhortó.

Finalmente, a la Policía “que reprime, encarcela y tortura a personas inocentes”, le recordó que su misión es “servir al pueblo” y no “aplastarlo”.

“Respeta al pueblo y no seas sumiso a órdenes inhumanas. ¡Reflexiona, pide perdón a Dios y sirve a la justicia! Hoy también se alza la voz profética contra quienes merodean por las iglesias para atemorizar y espiar a los sacerdotes valientes que proclaman la Palabra de Dios. Reconozcan su servilismo y la inutilidad de su intento de silenciar la voz de Dios. ¡Pide perdón al Señor, regresa a Él y cambia tu vida!”, agregó.

Mons. Báez, que sufrió amenazas de muerte y hasta agresiones físicas en Nicaragua por parte de fanáticos azuzados por Ortega y Murillo, dedicó su prédica al libro de Ezequiel, un profeta israelita que sufrió el exilio junto con su pueblo en Babilonia.

Recordó entonces que “un profeta lleva sobre sus hombros la historia de su pueblo, con todo lo que implica: dolor, humillación, opresión, exilio y muerte”. “El profeta ve la historia con los ojos de Dios y no duda en denunciar todo lo que se opone a la voluntad de Dios”.

“Las palabras de los profetas no brotan del odio ni llaman a la violencia. Las palabras de los profetas son un llamado apasionado y amoroso de Dios, quien, como dice el profeta Ezequiel, ‘no se complace en la muerte del impío, sino en que el impío se aparte de su camino y viva’ (Ez 33,11)”, señaló. 

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En ese contexto, aseguró que el Evangelio del domingo “invita a corregir con firmeza a quienes han actuado mal”. 

“Invertir esfuerzos en la fraternidad, la corrección y el cuidado de los demás crea una economía exitosa que conduce al crecimiento del bien común y la dignidad humana (…). La caridad valiente y la búsqueda del bien ajeno deben prevalecer mediante una corrección delicada, hecha con respeto y amor”, agregó.

Finalmente, pidió por “que la luz de la palabra de Jesús y el poder de su Espíritu mantengan siempre en nosotros el amor fraterno y el fuego profético”. 

“Que la presencia de Jesús entre nosotros nos impulse a cuidar unos de otros de forma espontánea, como centinelas: hermanos y hermanas que se corrigen y ayudan unos a otros con misericordia, responsabilidad y valentía”, concluyó.


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