En Lima, tierra de Santa Rosa, existe un santuario construido sobre el hogar donde ella nació y creció, pero algo que poco se conoce es que la santa murió en otra casa, donde se guarda un gran tesoro espiritual.
Al final de su vida, Santa Rosa de Lima fue acogida en la casa de los De la Maza, una familia española acomodada que se preocupó por ayudarla en su enfermedad. Don Gonzalo de la Maza y su esposa, doña María de Uzátegui, le dieron un pequeño cuarto. Allí la santa partió a la Casa del Padre.
Más de 400 años después, el terreno de la residencia de los De la Maza es ahora un convento llamado Monasterio de Santa Rosa de Santa María, que es custodiado por monjas dominicas de clausura.