La Conferencia de Obispos Católicos de Japón, a través de su Consejo de Justicia y Paz, emitió una declaración de protesta luego de que el gobierno japonés comenzara a verter en el océano el agua tratada que se utilizó para enfriar los reactores de la planta nuclear de Fukushima, que fue dañada por el terremoto y posterior tsunami de 2011.
La operación, anunciada desde hace tiempo por la administración de Fumio Kishida, y a pesar de las garantías de la Agencia Atómica Internacional (OIEA), está provocando fuertes protestas en muchas partes de la región Asia-Pacífico, según informó Asia News.
Las garantías de la OIEA no han convencido a una buena parte de la sociedad civil japonesa, incluida la Iglesia Católica, que hace dos años ya había firmado otra declaración en rechazo a la misma situación en conjunto con los obispos de Corea del Sur. Allí, los obispos manifestaron su rechazo a que se vertieran “aguas que contienen tritio radiactivo, incluso después de haber sido filtradas en la central nuclear que opera la Tokyo Electric Power Company (TEPCO)”.