Obispos de Japón rechazan el vertido al océano del agua radiactiva de Fukushima

Chimeneas de la planta nuclear de Fukushima, Japón. Chimeneas de la planta nuclear de Fukushima, Japón. | Crédito: Santiherllor / Shutterstock.

La Conferencia de Obispos Católicos de Japón, a través de su Consejo de Justicia y Paz, emitió una declaración de protesta luego de que el gobierno japonés comenzara a verter en el océano el agua tratada que se utilizó para enfriar los reactores de la planta nuclear de Fukushima, que fue dañada por el terremoto y posterior tsunami de 2011.

La operación, anunciada desde hace tiempo por la administración de Fumio Kishida, y a pesar de las garantías de la Agencia Atómica Internacional (OIEA), está provocando fuertes protestas en muchas partes de la región Asia-Pacífico, según informó Asia News.

Las garantías de la OIEA no han convencido a una buena parte de la sociedad civil japonesa, incluida la Iglesia Católica, que hace dos años ya había firmado otra declaración en rechazo a la misma situación en conjunto con los obispos de Corea del Sur. Allí, los obispos manifestaron su rechazo a que se vertieran “aguas que contienen tritio radiactivo, incluso después de haber sido filtradas en la central nuclear que opera la Tokyo Electric Power Company (TEPCO)”. 

Este último comunicado, del 24 de agosto, está firmado por Mons. Wayne Francis Berndt, Obispo de Naha, y Mons. Edgar Gacutan, Obispo de Sendai. Los Prelados afirman, refiriéndose al agua radiactiva —tratada por TEPCO—: “Se ha señalado que el tritio (elemento radiactivo) que ingresa al cuerpo de los organismos vivos tiene las mismas propiedades químicas que el hidrógeno, por lo que ingresa a las células y permanece allí durante mucho tiempo, provocando exposición interna y destruyendo el ADN”.

Y agregan que “el tritio arrastrado al océano entra así continuamente en el entorno ecológico, donde se acumula y concentra a lo largo de la cadena alimentaria. No se debe descargar más tritio al océano por ningún motivo”. De hecho, la situación pasó ya al plano político. El gobierno chino prohibió "totalmente" la importación de productos pesqueros procedentes de Japón.

"La parte japonesa no debería causar daños secundarios a la población local e incluso a la gente del mundo por sus propios intereses egoístas", señaló Beijing. Por su parte, el presidente Kishida afirmó que China hace "afirmaciones científicamente infundadas" y pidió que levanten la prohibición sobre las importaciones japonesas de inmediato.

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La OIEA y el gobierno japonés sostienen que el procedimiento es indispensable para el proceso de desmantelamiento de la planta nuclear y que los niveles de tritio concentrado en las aguas tratadas está “por debajo de los niveles seguros”. El plan es que unas 31.200 toneladas de agua tratada sean liberadas para finales de marzo de 2024.

Sin embargo, los obispos japoneses afirmaron que "no se trata sólo de la concentración", sino de cuánto tiempo se liberará agua en el océano, cuánto material radiactivo se liberará en total y cuánto contaminará los ecosistemas. Y añadieron que “toda destrucción ambiental es un problema causado por nuestra negligencia al pensar que un poco está bien”.

“Las sustancias radiactivas son inodoras e incoloras y poco a poco van devorando nuestras vidas, provocando a la larga daños irreparables al medio ambiente ecológico. Nuestra determinación de no permitir nunca este acto atroz es nuestra responsabilidad para con la Tierra futura y los niños del futuro, y es una cuestión ética”, manifestaron los Prelados.

El Papa Francisco y el cuidado de la casa común

En su carta encíclica Laudato si’, el Papa Francisco señala que nuestro planeta “clama por el daño que le provocamos a causa del uso irresponsable y del abuso de los bienes que Dios ha puesto en ella”, y recuerda también las palabras de su predecesor, Benedicto XVI, quien extendió una invitación a “eliminar las causas estructurales de las disfunciones de la economía mundial y corregir los modelos de crecimiento que parecen incapaces de garantizar el respeto del medio ambiente”.

En esta línea concluye el comunicado de los obispos japoneses, quienes indican que “la Iglesia Católica cree que el mundo fue creado por Dios de muy buena manera” y añaden que todo lo creado está interconectado y que todas las cosas necesitan unas de otras. 

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“Como custodios de esta conexión, nosotros, el Consejo Católico de Japón para la Justicia y la Paz, protestamos enérgicamente contra la liberación de agua tratada al océano por parte del gobierno", reafirmaron.

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