Trasladaron los restos de Venerable argentino bajo el altar donde rezaba

Misa en honor de Enrique Shaw Misa en honor de Enrique Shaw | Crédito: Obispado Castrense de Argentina

Al cumplirse 61 años del fallecimiento del Venerable Siervo de Dios Enrique Shaw, sus restos fueron trasladados al altar donde solía rezar junto a sus hijos, en la Basílica Nuestra Señora del Pilar, de la ciudad de Buenos Aires (Argentina).

La Misa estuvo presidida por el Arzobispo de Buenos Aires, Mons. Jorge García Cuerva, quien estuvo acompañado por el Arzobispo Emérito, Cardenal Mario Aurelio Poli, y el Obispo Castrense y Delegado Episcopal para las Causas de los Santos, Mons. Santiago Olivera.

También concelebraron el Secretario General del Episcopado, Mons. Alberto Bochatey; el Obispo Emérito de Rafaela, Mons. Luis Fernández; el Obispo Emérito de San Rafael, Mons. Eduardo María Taussig; y el Obispo Auxiliar de Buenos Aires, Mons. Alejandro Giorgi.

Entre los sacerdotes que concelebraron estuvieron los miembros del Tribunal Canónico que determinó el traslado de los restos, y el párroco de la Basílica, P. Gastón Lorenzo, junto con una decena de sacerdotes.

El P. Juan Miguel Shaw, sacerdote del Opus Dei e hijo de Enrique, viajó especialmente desde Kenia, África, donde desde hace décadas ejerce su ministerio, pero debido a cuestiones de salud no pudo estar presente en la celebración.

Asistieron también autoridades del Gobierno de la Ciudad y miembros de las instituciones de las que Enrique Shaw formó parte, como la Acción Católica, la Asociación Cristiana de Dirigentes de Empresa (ACDE), la Pontificia Universidad Católica Argentina (UCA) y la Armada.

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Además, estuvieron en la ceremonia siete de los nueve hijos de Enrique, fruto de su matrimonio con Cecilia Bunge, acompañados por muchos de los nietos y bisnietos del Venerable.

Con un templo colmado de fieles, incluyendo quienes se ubicaron en el pasillo, donde se colocó una pantalla, el Arzobispo de Buenos Aires enfocó su reflexión en la importancia de la vida de Enrique Shaw para la Argentina de hoy.

Mons. García Cuerva animó a que el testimonio del empresario, sus escritos y su modelo de vida “nos interpelen, nos cuestionen y nos animen a construir una Patria de hermanos, más allá de los sueños rotos o las promesas incumplidas”.

Citando una frase de Enrique, precisó: “Si nosotros todos nos unimos, podremos trabajar para que todos seamos totalmente felices”.

“Qué actuales son sus consejos en un momento en que no toleramos otras opiniones, en que queremos convencer al otro si piensa distinto, en que se dan luchas de intereses corporativos y sectarios por encima del bien común de nuestra gente”, destacó el Prelado.

Al referirse a la situación del país y a la denominada “grieta” que divide a las personas, afirmó: “A mí ya me han escuchado decir que prefiero llamarla ‘herida’, porque duele y sangra en las entrañas del pueblo. Todo parece dividirnos, todos parece alejarnos, todo parece romper el proyecto de hermandad de Dios para con nosotros”, reconoció.

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Ante este panorama, convocó a “forjar la cultura del encuentro” y a “descubrirnos todos hermanos, más allá de las lógicas diferencias”.

“Ese tiene que haber sido entonces también el sueño de Enrique Shaw, que quiso hacer realidad superando esas cortinas, esas barreras, esas grietas o esas heridas en el vínculo con los trabajadores”, reflexionó.

Finalmente, sostuvo que “el desapego del propio yo, desapego del yo social, superación de todas las cortinas o grietas, sean quizás algunos de los senderos a recorrer que nos permitan recuperar nuestra identidad como argentinos”.

Al finalizar la celebración, los restos de Enrique Shaw, que hasta el momento permanecían en el Cementerio de la Recoleta, fueron trasladados a los pies de Nuestra Señora de Luján, en el altar donde el Venerable solía rezar junto a sus hijos y su esposa al finalizar cada Misa dominical.

La urna de madera sellada fue escoltada por dos efectivos de la Armada, y colocada bajo una placa alusiva con la leyenda “Venerable Siervo de Dios Enrique Shaw 26-02-1921 27-08-1962".

El P. Alejandro Russo, que integra el Tribunal Eclesiástico de Buenos Aires, aclaró que, según la legislación de la Iglesia, está prohibido ofrecer culto público a quien no ha sido beatificado.

Por ese motivo, no puede ser enterrado debajo del altar donde se celebra la Eucaristía, ni se le pueden dedicar iglesias o capillas. Por eso, en este caso, sus restos fueron colocados bajo un altar lateral.

Además, explicó que se puede colocar flores ante su tumba, repartir impresos con la oración pidiendo su beatificación, o pedir su intercesión de forma privada.

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