Primero: hacer el bien juntos. "Juntos" es la palabra clave, que se ha repetido muchas veces en las intervenciones. Vivir, ayudar y amar juntos; jóvenes y adultos, sanos y enfermos, juntos. João nos ha dicho algo muy importante, que uno no se debe dejar "definir" por la enfermedad, sino hacerla parte viva del aporte que nosotros damos al conjunto de la comunidad. Es verdad, no debemos dejarnos "definir" por la enfermedad, o por los problemas, porque no somos nosotros una enfermedad, no somos un problema. Cada uno de nosotros es un regalo, es un don, un don único -con sus límites, pero un don-, un don valioso y sagrado para Dios, para la comunidad cristiana y para la comunidad humana. Entonces, así como somos, así como somos, enriquezcamos el conjunto y dejémonos enriquecer por el conjunto.
Segundo: actuar concretamente. También esto es importante. Como nos ha recordado don Francisco, citando a San Juan XXIII, la Iglesia «no es un museo de arqueología. Es la antigua fuente del pueblo que suministra el agua a las generaciones actuales, igual que a las generaciones pasadas» (Homilía después de la Misa eslavo bizantina, 13 noviembre 1960). La fuente sirve para apagar la sed de las personas que llegan con el peso del viaje o de la vida y son concreción, por tanto, atención al "aquí y ahora", como ya están haciendo ustedes, con un esmero en los detalles y un sentido práctico, hermosas virtudes típicas del pueblo portugués.
Son muchas las cosas que quisiera decirle ahora, pero sucede que no me están funcionando los reflectores y no puedo leer bien, así que se los voy a dar para que lo hagan público después, y no forzar la vista y leer mal, eso no se puede hacer.