A continuación, explicó el segundo gesto del negociante: Encontrar. "Es una persona astuta que 'tiene ojo' y sabe reconocer una perla de gran valor. No es fácil. Pensemos, por ejemplo, en los fascinantes bazares orientales, donde los puestos, repletos de mercancías, se abarrotan a lo largo de las paredes de las calles llenas de gente; o en algunos de los puestos que se ven en muchas ciudades, repletos de libros y objetos diversos", anotó el Obispo de Roma ante los fieles y los peregrinos congregados en la Plaza de San Pedro.
"A veces-continuó el Papa-, en estos mercados, si uno se detiene a mirar con atención, puede descubrir tesoros: cosas preciosas, volúmenes raros que, mezclados con todo lo demás, uno no advierte a primera vista. Pero el comerciante de la parábola tiene buen ojo y sabe encontrar, 'discernir' la perla".
Acto seguido, indicó que esto también es una lección para nosotros: "Cada día, en casa, en la calle, en el trabajo, e incluso en vacaciones, tenemos la oportunidad de vislumbrar el bien. Y es importante saber encontrar lo que importa: entrenarnos para reconocer las gemas preciosas de la vida y distinguirlas de las baratijas".
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