Santa Cecilia, Virgen, Mártir (Memoria)

noviembre 22, 2023

Color: Rojo

Lecturas diarias:

  • Primera Lectura

    2 Macabeos 7:1, 20-31

    1Sucedió asimismo que siete hermanos, que habían sido detenidos con su madre, eran obligados por el rey a comer carne de cerdo prohibida, flagelándoles con látigos y vergajos.
    20La madre fue de todo punto admirable y digna de gloriosa memoria. Viendo morir a sus siete hijos en el plazo de un día, lo soportaba con serenidad gracias a la esperanza en el Señor.
    21Exhortaba en su lengua patria a cada uno de ellos llena de nobles sentimientos; e imprimiendo a su talante femenino un coraje varonil les decía:
    22—No sé cómo aparecisteis en mi vientre; yo no os di el espíritu y la vida, ni puse en orden los miembros de cada uno de vosotros.
    23Por eso el creador del mundo, que plasmó al hombre en el principio y dispuso el origen de todas las cosas, os devolverá de nuevo misericordiosamente el espíritu y la vida, puesto que ahora, a causa de sus leyes, no os preocupáis de vosotros mismos.
    24Antíoco, pensando que era despreciado y sospechando que se trataba de palabras injuriosas, como todavía quedaba el más joven, no sólo le hacía exhortaciones con palabras, sino que le prometía bajo juramento que le haría a la vez rico y feliz si abandonaba las costumbres de sus padres; que lo tendría como amigo y le confiaría cargos.
    25Como el joven no le hacía ningún caso, el rey llamó a la madre y le instaba para que aconsejara al muchacho que se salvase.
    26Después de que el rey le recomendara muchas cosas, ella aceptó persuadir a su hijo.
    27E inclinándose hacia él, y riéndose del cruel tirano, le habló así en la lengua patria:
    —Hijo, apiádate de mí que te he llevado nueve meses en el vientre, te he amamantado durante tres años, te he educado y guiado hasta esta edad, y te he proporcionado el alimento.
    28Te suplico, hijo, que mires el cielo y la tierra, y viendo todo lo que hay en ellos reconozcas que Dios no los ha hecho de cosas ya existentes, y que lo mismo sucede con el género humano.
    29No tengas miedo de este verdugo, sino sé digno de tus hermanos, acepta la muerte para que, en el tiempo de la misericordia, te recupere junto con tus hermanos.
    30Apenas ella terminó de hablar, el joven respondió:
    —¿A qué esperáis? Yo no voy a obedecer el mandato del rey, sino que obedezco el mandamiento de la Ley que fue dada a nuestros padres por medio de Moisés.
    31Y tú, que has sido el iniciador de todos los males contra los hebreos, no escaparás de las manos de Dios.

  • Salmo Responsorial

    Salmo 17:1, 5-6, 8, 15

    1Oración. De David.
    Escucha, Señor, mi demanda, atiende a mi clamor, presta oído a mi súplica, que en mis labios no hay engaño.
    5manteniendo firmes mis pasos en tus sendas,
    para que no vacilaran mis pies.
    6Yo te invoco porque Tú me escuchas, Dios mío.
    Inclina tu oído hacia mí, escucha mis palabras.
    8Guárdame como la niña de tus ojos;
    a la sombra de tus alas escóndeme
    15Pero yo, en justicia, contemplaré tu rostro,
    y, al despertar, me saciaré de tu presencia. 

  • Evangelio

    Lucas 19:11-28

    11Mientras estaban oyendo estas cosas, les añadió una parábola, porque él estaba cerca de Jerusalén y ellos pensaban que el Reino de Dios se manifestaría enseguida.
    12Dijo pues:
    —Un hombre noble marchó a una tierra lejana a recibir la investidura real y volverse.
    13Llamó a diez siervos suyos, les dio diez minas y les dijo: «Negociad hasta mi vuelta».
    14Sus ciudadanos le odiaban y enviaron una embajada tras él para decir: «No queremos que éste reine sobre nosotros».
    15Al volver, recibida ya la investidura real, mandó llamar ante sí a aquellos siervos a quienes había dado el dinero, para saber cuánto habían negociado.
    16Vino el primero y dijo: «Señor, tu mina ha producido diez».
    17Y le dijo: «Muy bien, siervo bueno, porque has sido fiel en lo poco, ten potestad sobre diez ciudades».
    18Vino el segundo y dijo: «Señor, tu mina ha producido cinco».
    19Le dijo a éste: «Tú ten también el mando de cinco ciudades».
    20Vino el otro y dijo: «Señor, aquí está tu mina, que he tenido guardada en un pañuelo;
    21pues tuve miedo de ti porque eres hombre severo, recoges lo que no depositaste y cosechas lo que no sembraste».
    22Le dice: «Por tus palabras te juzgo, siervo malo; ¿sabías que yo soy hombre severo, que recojo lo que no he depositado y cosecho lo que no he sembrado?
    23¿Por qué no pusiste mi dinero en el banco? Así, al volver yo lo hubiera retirado con los intereses».
    24Y les dijo a los presentes: «Quitadle la mina y dádsela al que tiene diez».
    25Entonces le dijeron: «Señor, ya tiene diez minas».
    26Os digo: «A todo el que tiene se le dará, pero al que no tiene incluso lo que tiene se le quitará.
    27En cuanto a esos enemigos míos que no han querido que yo reinara sobre ellos, traedlos aquí y matadlos en mi presencia».
    28Dicho esto, caminaba delante de ellos subiendo a Jerusalén.

  • Primera Lectura

    Oseas 2:16-17, 21-22

    16Por eso, Yo mismo la seduciré,
    la conduciré al desierto y le hablaré al corazón.
    17Y desde allí le daré sus viñas
    y el valle de Acor será puerta de esperanza; allí me responderá como en los días de su juventud, como el día que subió de la tierra de Egipto.
    21Te desposaré conmigo para siempre,
    te desposaré conmigo en justicia y derecho, en amor y misericordia.
    22Te desposaré conmigo en fidelidad,
    y conocerás al Señor.

  • Salmo Responsorial

    Salmo 45:11-12, 14-17

    11Escucha, hija, y mira, presta tu oído,
    olvida tu pueblo y la casa de tu padre:
    12y el rey se prendará de tu belleza;
    él es tu señor, inclínate ante él.
    14Radiante de gloria, la hija del rey enjoyada
    —de brocados de oro es su vestido,
    15con bordados de colores—, es conducida ante el rey.
    Vírgenes, sus damas, forman su séquito, son conducidas ante ti;
    16son conducidas en medio de alegría y regocijo;
    entran en el palacio del rey.
    17En lugar de tus padres estarán tus hijos;
    los constituirás príncipes por toda la tierra.

  • Evangelio

    Mateo 25:1-13

    1»Entonces el Reino de los Cielos será como diez vírgenes, que tomaron sus lámparas y salieron a recibir al esposo.
    2Cinco de ellas eran necias y cinco prudentes;
    3pero las necias, al tomar sus lámparas, no llevaron consigo aceite;
    4las prudentes, en cambio, junto con las lámparas llevaron aceite en sus alcuzas.
    5Como tardaba en venir el esposo, les entró sueño a todas y se durmieron.
    6A medianoche se oyó una voz: «¡Ya está aquí el esposo! ¡Salid a su encuentro!»
    7Entonces se levantaron todas aquellas vírgenes y aderezaron sus lámparas.
    8Y las necias les dijeron a las prudentes: «Dadnos aceite del vuestro porque nuestras lámparas se apagan».
    9Pero las prudentes les respondieron: «No, no sea que no alcance para nosotras y vosotras. Mejor es que vayáis a quienes lo venden y compréis para vosotras».
    10Mientras fueron a comprarlo vino el esposo, y las que estaban preparadas entraron con él a las bodas y se cerró la puerta.
    11Luego llegaron las otras vírgenes diciendo: «¡Señor, señor, ábrenos!»
    12Pero él les respondió: «En verdad os digo que no os conozco».
    13Por eso: velad, porque no sabéis el día ni la hora.