San Bernardo, Abad, Doctor de la Iglesia (Memoria)

agosto 20, 2021

Color: Blanco

Lecturas diarias:

  • Primera Lectura

    Rut 1:1, 3-6, 14-16, 22

    1En los días de los jueces hubo una gran hambre en el país, y un hombre de Belén de Judá se marchó a vivir a los campos de Moab junto con su mujer y sus dos hijos.
    3Cuando murió Elimélec, el marido de Noemí, ella se quedó con sus dos hijos;
    4éstos tomaron mujeres moabitas, una se llamaba Orpá y la otra Rut, y permanecieron allí unos diez años
    5al cabo de los cuales murieron los dos, Majlón y Quilyón. La mujer se quedó sin su marido y sin sus dos hijos.
    6Entonces, como Noemí había oído en los campos de Moab que el Señor había visitado a su pueblo para darles pan, se dispuso a volver desde los campos de Moab con sus dos nueras.
    14Entonces ellas de nuevo prorrumpieron en llanto. Orpá besó a su suegra y después se marchó; sin embargo Rut se quedó con ella.
    15Noemí le insistió:
    —Mira que tu cuñada regresa a su pueblo y a sus dioses, ¡vete con ella!
    16Pero Rut le respondió:
    —No me obligues a marcharme y a alejarme de ti, pues adonde vayas iré y donde pases las noches las pasaré yo; tu pueblo será mi pueblo y tu Dios será mi Dios;
    22De este modo regresó Noemí desde los campos de Moab acompañada de su nuera Rut, la moabita; llegaron a Belén al comienzo de la siega de la cebada.

  • Salmo Responsorial

    Salmo 146:5-10

    5Dichoso el que tiene su auxilio en el Dios de Jacob,
    su esperanza en el Señor, su Dios,
    6que hizo los cielos y la tierra,
    el mar y cuanto hay en él; que guarda fidelidad eternamente;
    7que hace justicia a los oprimidos,
    da pan a los hambrientos. El Señor libera a los cautivos;
    8el Señor abre los ojos a los ciegos;
    el Señor endereza a los que se encorvan; el Señor ama a los justos.
    9El Señor guarda a los extranjeros,
    sustenta al huérfano y a la viuda, pero tuerce el camino de los impíos.
    10El Señor reina eternamente,
    tu Dios, Sión, de generación en generación. 

  • Evangelio

    Mateo 22:34-40

    34Los fariseos, al oír que había hecho callar a los saduceos, se pusieron de acuerdo,
    35y uno de ellos, doctor de la ley, le preguntó para tentarle:
    36—Maestro, ¿cuál es el mandamiento principal de la Ley?
    37Él le respondió:
    —Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón y con toda tu alma y con toda tu mente.
    38Éste es el mayor y el primer mandamiento.
    39El segundo es como éste: Amarás a tu prójimo como a ti mismo.
    40De estos dos mandamientos dependen toda la Ley y los Profetas.

  • Primera Lectura

    Eclesiástico 15:1-6

    1Así actuará el que teme al Señor;
    y quien se aferra a la Ley alcanzará la sabiduría.
    2Ella le saldrá al encuentro como una madre respetable,
    le recibirá como una esposa virgen.
    3Le alimentará con el pan de vida y de inteligencia,
    y le dará a beber el agua de la sabiduría. Se apoyará en ella y no vacilará,
    4confiará en ella y no quedará avergonzado.
    Ella le encumbrará por encima de sus prójimos,
    5y en medio de la asamblea le hará abrir su boca,
    le llenará de espíritu de sabiduría y de inteligencia y le cubrirá de un manto de gloria.
    6Le colmará de alegría y de corona de gozo,
    y heredará un renombre eterno.

  • Salmo Responsorial

    Salmo 119:9-14

    9(Bet) ¿Cómo podrá un joven mantener limpio su sendero?
    Guardando tus palabras.
    10Con todo el corazón te busco;
    no permitas que me desvíe de tus mandamientos.
    11En mi corazón he guardado tus palabras
    para no pecar contra ti.
    12Bendito eres, Señor,
    enséñame tus preceptos.
    13Con mis labios proclamo
    todas las normas de tu boca.
    14En el camino de tus preceptos me deleito
    más que en todas las riquezas.

  • Evangelio

    Juan 17:20-26

    20»No ruego sólo por éstos, sino por los que van a creer en mí por su palabra:
    21que todos sean uno; como Tú, Padre, en mí y yo en Ti, que así ellos estén en nosotros, para que el mundo crea que Tú me has enviado.
    22Yo les he dado la gloria que Tú me diste, para que sean uno como nosotros somos uno.
    23Yo en ellos y Tú en mí, para que sean consumados en la unidad, y conozca el mundo que Tú me has enviado y los has amado como me amaste a mí.
    24Padre, quiero que donde yo estoy también estén conmigo los que Tú me has confiado, para que vean mi gloria, la que me has dado porque me amaste antes de la creación del mundo.
    25Padre justo, el mundo no te conoció; pero yo te conocí, y éstos han conocido que Tú me enviaste.
    26Les he dado a conocer tu nombre y lo daré a conocer, para que el amor con que Tú me amaste esté en ellos y yo en ellos.