Después de la última aparición del 13 de octubre de 1917, Lucía se retiró al Asilo de Vilar, por consejo del Obispo de Leiria (Portugal), Mons. José Alves Correia da Silva, comenzando así una vida retirada del mundo.
El 5 de enero de 1922 escribió el primer relato de las apariciones, y el 8 de julio de 1924 respondió, en Oporto, al interrogatorio oficial de la Comisión Canónica Diocesana designada por Mons. José Alves Correia da Silva sobre los acontecimientos de Fátima.
Más tarde, en 1925, Lucía ingresó a la Congregación de Santa Doroteia, en España, donde tuvieron lugar las apariciones de Tuy y Pontevedra, las apariciones de la Santísima Trinidad, de Nuestra Señora y del Niño Jesús.
Deseando una vida de mayor recogimiento para responder al mensaje que la Señora le había confiado, ingresó al Carmelo de Coímbra (Portugal) en 1948, donde se entregó más profundamente a la oración y al sacrificio y tomó el nombre de María Lucía de Jesús y del Inmaculado Corazón.