"Escuchar implica una especie de vaciado: vaciarme de mi ego para acoger al otro. Es un acto de fe en el poder de Dios y en la tarea que el Señor nos ha encomendado. Sólo por la fe los hermanos abren su corazón al confesor, por tanto, tienen derecho a ser escuchados con fe, y con esa caridad que el Padre reserva a sus hijos. ¡Y esto genera alegría!", aseguró Francisco.
En cuanto al acompañamiento, el Papa señaló que "el confesor se limita a acompañar, con toda la prudencia, el discernimiento y la caridad de que es capaz, el reconocimiento de la verdad y de la voluntad de Dios en la experiencia concreta del penitente".
"Acompañar significa cuidar de la otra persona y caminar junto a ella y, por muy breve que sea la conversación confesional, el confesor está llamado a responder y acompañar a la persona sobre todo en la comprensión y aceptación de la voluntad de Dios, que es siempre el camino hacia el mayor bien, el camino hacia la alegría y la paz", explicó el Papa Francisco.
Antes de finalizar, el Papa Francisco agradeció el ministerio que se les ha confiado a los presentes para la "santificación del pueblo fiel de Dios" y les pidió "habitar de buen grado el confesionario, a acoger, escuchar y acompañar, sabiendo que todos, de hecho todos, necesitan el perdón, es decir, sentirse amados como hijos por Dios Padre".