No es lo mismo la "armonía" que procede del Espíritu Santo que la "tranquilidad" y esta armonía es destruída por la avaricia y el amor al dinero. Este es el tema sobre el que reflexionó esta mañana el Papa Francisco en la Misa que presidió en la Casa Santa Marta en el Vaticano.
"Nosotros podemos hacer acuerdos, una cierta paz… pero la armonía es una gracia interior que solo puede hacerla el Espíritu Santo", dijo Francisco al comentar las lecturas de la liturgia del día y en referencia a los primeros cristianos. "Estas comunidades vivían en armonía", agregó.
"Los signos de la armonía son dos: ninguno tiene necesidad, es decir, todo lo tenían en común", puesto que "tenían un solo corazón, una sola alma y ninguno consideraba propiedad suya aquello que le pertenecía, sino que entre ellos todo lo tenían en común".