Sacerdote del Instituto Teológico Juan Pablo II da 4 consejos para vivir la Cuaresma

Miles saldrán a rezar el Rosario por la Juventud de España este sábado Imagen referencial del Santo Rosario. Crédito: Cathopic / Dante Di Natale |

El P. Juan José Pérez Soba, sacerdote diocesano y profesor de Pastoral Familiar en el Pontificio Instituto Teológico Juan Pablo II para las ciencias del Matrimonio y la Familia en Roma, destaca algunas claves para vivir este tiempo de Cuarema. 

1. Cosechar los frutos 

El P. Pérez Soba explicó que este tiempo litúrgico "es un camino para la Pascua" y que "la esperanza es la virtud del caminante porque le permite superar la gran tentación del cansancio". 

"Vivimos en una sociedad del cansancio que nos llena de obligaciones y urgencias a las que apenas sabemos responder. La llamada cuaresmal no es una obligación más, sino el anuncio de un fruto. De aquí se pasa del símil del camino al del cultivo, también iluminado por la esperanza. Siempre basada en la existencia previa de un don de Dios, que nos llama y nos ha enriquecido con esa semilla que promete el fruto mejor", aseguró el sacerdote desde Roma. 

A continuación, el P. Juan José Pérez Soba explicó que el primer paso a dar en el camino es "ser conscientes del don que nos da Dios" y animó a "romper la pereza mental de pensar solo en nuestros planes y nuestros problemas".  

"Por eso el fin del camino es la nueva vida pascual, su fruto, la vida eterna que gozamos ya en esta tierra como la presencia santificadora de Dios en nuestras almas", continuó. 

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"Esperamos porque tenemos una promesa de Dios que ilumina nuestro corazón. La seguridad más grande de nuestra esperanza está en el perdón divino. Dios es mayor que nuestros pecados, el amor que nace de su gracia es más fuerte que nuestras debilidades". 

"Experimentamos esa grandeza en su misericordia que significa sanar nuestras heridas. Eso requiere un tiempo de sanación y un cuidado de la enfermedad. Pide poner nuestro corazón en las manos de Dios que nos cura como Buen Samaritano", afirmó el sacerdote. 

2. Superar el "cansancio en la oración" 

"Uno de los ámbitos donde el cansancio acecha es la oración. Esto sucede porque proyectamos en ella una mentalidad utilitarista: ¿por qué rezar si parece inútil? La Cuaresma nos introduce en el desierto, donde el único fin es una intimidad con Dios: 'te sacaré al desierto y te hablaré al corazón' (Os 2,14). Es el ámbito real de la oración, conformar en el corazón una intimidad con Dios, una fidelidad a un amor", explicó a continuación.  

Asimismo, el profesor del Pontificio Instituto Teológico Juan Pablo II dijo que durante este tiempo se debe renovar la oración y "hablar de amor con aquél que sabemos que nos  ama" (Santa Teresa de Jesús), o por el contrario "el desánimo y la tristeza sepultarán nuestra oración".  

"Es el amor el que lleva a buscar el recogimiento, y para hacerlo crecer hemos de repasar sus beneficios. Es el mismo Dios el que nos busca y nos llama, 'para que estemos con Él' (cfr. Mc 3,14). Como recordaba San Agustín, el secreto está en cuidar y avivar el deseo de Dios, un hambre de Él que nos hace buscarle como lo mejor de nuestras vidas, 'lo único Necesario'" (Lc 10,42), señaló. 

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 3. Cuaresma en familia y confesión 

Asimismo, el P. Juan José afirmó que una de las claves para vivir correctamente la Cuaresma es hacerlo "en familia" y recordar que este tiempo de preparación para la Pascua "es un camino común en el que nos apoyamos unos a otros en el seguimiento de Cristo".  

También subrayó la importancia de realizar una exámen de conciencia diario que "permita darnos cuenta de lo que Dios nos da cada día, porque así seguiremos alegres las huellas de Cristo". 

"Otra clave es hacer pronto una buena confesión en la que mirar con la luz de Dios las raíces de nuestros pecados, porque es donde la gracia del Señor puede curar nuestras heridas". 

"El perdón libera de la esclavitud del pecado -continuó el P. Pérez Soba, y nos hace capaces de llegar a la intimidad con Dios. Pero queda nuestra debilidad que debe conducirnos a no confiar en nuestras propias fuerzas muy limitadas".

"Santo Tomás recordaba que debíamos esperar en Cristo como nuestro Amigo porque con Él sí podemos: 'Lo que podemos por los amigos de algún modo lo podemos por nosotros mismos'. Dejémonos acompañar por Él, como los discípulos de Emaús, y arderán nuestros corazones en su presencia". 

"Los evangelios de cada día están especialmente elegidos para adentrarnos en la Cuaresma como un camino. La vida de Cristo nos introduce en el misterio de su corazón que anhela llegar a la Cruz para llenarla de un Amor que nos salva", aseguró. 

4. Consolar y acompañar al Señor 

"El consuelo es un don divino. Cristo dice en Getsemaní que 'está triste hasta la muerte' (Mt 26,38), por eso se consuela por el Espíritu en la oración con el Padre. De aquí saca la fuerza en medio de la debilidad para ser fiel a su misión de salvarnos", dijo el sacerdote. 

"La fuerza del Espíritu es entonces nuestro consuelo, una llamada para entrar en ese misterio del ofrecimiento del Hijo al Padre que nos salva. La vida del cristiano consiste en participar de ese misterio de Amor del Hijo, con todo lo que supone de sufrimiento, entrega y amor hasta el fin", aseguró. 

Por último, el P. Pérez Soba aclaró que "el sacrificio es obrar por un motivo sagrado, por un amor más grande que nosotros, que nos transforma. Libera nuestro corazón del apego excesivo a cosas que nos atan y lo dirige a abrazar a Cristo en la Cruz para aprender de Él un amor que nos hace hijos".  

"Eso supone un vencimiento interior para que el Señor sea nuestra vida, no se trata tanto de lo que más nos cuesta, sino de lo que más nos une a su don de su vida, por amor al Padre", concluyó. 

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