En este Segundo Domingo de Adviento, el Evangelio nos interpela radicalmente a través de la voz de Juan el Bautista: «Arrepiéntanse, porque ya está cerca el Reino de los cielos» (Lc 3, 4). El mensaje es claro: Dios nos está llamando a la conversión.
Juan era ese a quien el profeta Isaías describió como la “voz que clama en el desierto”; aquel que viene a despertar los corazones adormecidos: “Preparen el camino del Señor, enderecen sus senderos” (Mt 3. 1-2). Nuestra respuesta debe ser alejarnos del pecado y preparar el corazón para recibir al Señor Jesús. El Espíritu nos llama a reconciliarnos con Dios, acercándonos al sacramento de la Reconciliación (confesión).
Sugerencia práctica
En la segunda semana de Adviento, la Iglesia motiva a sus hijos a acoger el don de la reconciliación mediante la Confesión. Este es un sacramento que nos devuelve la amistad con el Señor, debilitada por el pecado. No olvidemos que la Confesión, además de concedernos el perdón, nos fortalece para no volver a pecar. Meditemos el Evangelio de hoy (Mateo 3, 1-12) y hagamos la ‘Oración familiar para el Segundo Domingo de Adviento’.
En la Oración familiar del Segundo Domingo de Adviento encenderemos la segunda vela de la corona. Esto será un signo del llamado urgente a la conversión, de la necesidad de rechazar el pecado para vivir como Jesús nos pide.
Reúne, entonces, a la familia y recen juntos la Oración familiar.