30 de diciembre de 2025 Donar
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Cardenal Müller destaca la gran obra de Benedicto XVI y su compromiso con la verdad 

El Papa Benedicto XVI./ Crédito: Vatican Media.

En la víspera del tercer aniversario del fallecimiento de Benedicto XVI, el Cardenal Gerald Müller celebró una Misa en la Basílica de San Pedro en la que rememoró la gran obra teológica del pontífice alemán, “quien siempre se consideró un colaborador de la verdad”. 

Nacido el 16 de abril de 1927 en Alemania y bautizado con el nombre de Joseph Ratzinger, el futuro pontífice desempeñó durante su sacerdocio, episcopado y cardenalato un rol importante en la Iglesia. Ejemplos son su participación en el Concilio Vaticano II como consultor teológico y su estrecha colaboración con Juan Pablo II como prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe. 

A la muerte del papa polaco, el Cardenal Ratzinger fue elegido Sucesor de Pedro el 19 de abril de 2005, tomó el nombre de Benedicto XVI y lideró la Iglesia Católica hasta su renuncia en febrero de 2013. Desde entonces y hasta su fallecimiento el 31 de diciembre de 2022, a los 95 años, se dedicó a la oración y al estudio dentro de los muros del Monasterio Mater Ecclesiae, en el Vaticano. 

A la Misa en la Basílica de San Pedro asistieron cardenales, obispos, sacerdotes y fieles, para elevar oraciones a Dios por el descanso del papa alemán que “completó su peregrinación terrenal y nos precedió en la patria celestial”, señaló el Cardenal Müller. 

En ese sentido, aseguró que, al llegar a la Casa del Padre, “veremos a Dios cara a cara y lo alabaremos y amaremos en la comunión de todos sus santos elegidos. El conocimiento de Dios es el fin último de todo esfuerzo espiritual humano. Pues Jesús mismo, el Verbo hecho carne, dice: ‘Esta es la vida eterna: que te conozcan a ti, el único Dios verdadero, y a tu enviado, Jesucristo’”. 

Sobre Benedicto XVI, el purpurado destacó la fidelidad del pontífice alemán al Evangelio, pues “como prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe estableció estándares de la más alta diligencia, precisión intelectual e incorruptibilidad para el Magisterio Romano”, una labor que continuó en su pontificado. 

“Incluso Jürgen Habermas, el representante más destacado de la Escuela de Frankfurt neomarxista, que encarna el mundo intelectual de una modernidad sin Dios, buscó el diálogo con él para que creyentes y no creyentes pudieran trabajar juntos para salvar al mundo moderno de la muerte fría del antihumanismo, el transhumanismo y el nihilismo”, recordó. 

Para graficar la humildad y la magnitud de la obra de Benedicto XVI, el Cardenal Müller recordó que cuando le presentó “el primer volumen de la Opera Omnia”, le informó que el plan era editar 16 volúmenes que “abarcarían unas 25.000 o 30.000 páginas”.  

“En lugar de expresar orgullo por una obra intelectual tan monumental, me preguntó, llamándome Gerhard: ‘¿Quién va a leer todo eso?’. Un tanto avergonzado, respondí: Santo Padre, no lo sé, pero sí conozco a la persona que lo escribió todo”, relató. 

El Cardenal Müller aseguró que la teología de Benedicto XVI “es un don para toda la Iglesia, incluidas las generaciones futuras”, y alentó a estudiarla sin intimidarse por la extensión. Sin embargo, dijo que “si un cristiano inquieto y con inquietudes en la fe me preguntara qué debería leer sobre todo, le recomendaría los tres volúmenes sobre Jesús de Nazaret”.  

En ese sentido, afirmó que “el hecho de que publicara esta obra bajo su nombre personal, para distinguir su autoridad teológica de la papal, también expresa el significado más profundo de la primacía papal. Pues todo papa, como sucesor de San Pedro, debe comprender que su tarea más sagrada es unir a toda la Iglesia con todos sus obispos, sacerdotes y fieles en la confesión del Príncipe de los Apóstoles, quien declaró a Jesús: ‘Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo’”. 

Fe y razón 

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En su homilía, el purpurado alemán recordó que desde la Ilustración surgió un conflicto entre la fe y la razón, como si los hallazgos científicos y profundizaciones filosóficas se contradijeran con “la creencia en Dios Creador y en Jesucristo, el único Salvador”.  

“Sin embargo, no existe contradicción con la verdad revelada sobre el mundo y la humanidad, aunque la fe no necesite ser validada por las conclusiones siempre falibles de la ciencia empírica. La fe se basa en la Palabra de Dios, por quien todo lo que existe ha llegado a existir, porque Jesús, verdadero Dios y verdadero hombre, es la verdad misma en su persona divina”, afirmó. 

Por ello, alentó a los teólogos a “demostrar la profunda unidad entre la fe revelada y el conocimiento secular más reciente, expresado en teorías. Porque siempre debemos estar dispuestos a dar una respuesta lógica, en el Logos, a cualquiera que nos pregunte sobre la esperanza que hay en nosotros”. 

“Joseph Ratzinger nos ha recordado repetidamente que el cristianismo, con todos sus grandes logros culturales en la doctrina social, la música y el arte, la literatura y la filosofía, no es una teoría ni una cosmovisión, sino un encuentro con una persona”, señaló. 

Finalmente, recordó que la Iglesia de Cristo “no es una organización creada por el hombre con un gran programa ético o social, ni una ONG”, sino “una comunidad de sus discípulos que dicen de sí mismos y profesan ante el mundo: Vimos su gloria, la gloria del Hijo único del Padre, lleno de gracia y de verdad”.  

“Joseph Ratzinger, el teólogo, obispo, cardenal y papa, no está lejos de nosotros. Porque nuestra liturgia terrena corresponde a la liturgia celestial, en la que él se une a nosotros para adorar y glorificar a Dios, amándolo y alabándolo por toda la eternidad”, concluyó el Cardenal Müller. 

 

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