“Benedicto XVI —afirma Regoli— supo afrontar con originalidad y determinación el problema de los abusos, en particular los abusos sexuales a menores por parte de clérigos. Sólo es posible comprender el pontificado desde la perspectiva de la reforma eclesial, y en particular de la reforma papal. No es casualidad que el Papa haya coordinado una reforma simultánea y sistemática en el frente litúrgico y teológico a través de iniciativas ‘ecuménicas’ (principalmente con los lefebvrianos y los anglicanos), así como en el frente canónico (modificando el Código de 1983 con la creación de los ‘ordinariatos personales’)”.
Pero va más allá. El suyo fue el pontificado del debate intelectual, también en Política; aquella con P mayúscula, obviamente. Regoli explica: “La interpretación que hace Benedicto XVI del ámbito político es principalmente de orden teológico y se inserta en el más amplio debate internacional, nacido después del 11 de septiembre de 2001, sobre el papel público de la religión. Para el Pontífice, de alguna manera el cristianismo no conoce ninguna ‘teología política’, sino ‘sólo un ethos político’ para el cual ‘la civitas Dei nunca puede convertirse en una realidad estatal empírica’, así como el Estado sólo puede ser una civitas terrena. Benedicto XVI quiere desvincular al cristianismo del riesgo de una teologización de la política, como también de una politización de la teología”.
Es evidente que “el pontificado de Benedicto XVI ha expuesto a la Iglesia en más frentes, culturales, políticos y éticos. Sin excesivas preocupaciones por buscar consensos, el Papa ha iniciado procesos de debate, que han tocado la identidad última del hombre, suscitando apoyos y oposición".
La renuncia aparentemente bloqueó todo. Pero el legado de Benedicto XVI es una “fe sencilla y plena; es la visión de una Iglesia hermosa que es obra de Dios y no del hombre. La herencia es la confianza radical en Dios. Un aspecto de no poca importancia en una época cansada y autodestructiva que exalta al hombre pero al final lo humilla continuamente. Benedicto XVI eligió la confianza en Dios y en el hombre. Eligió la armonía entre fe y razón. Éste es su legado”.