El Papa León XIV reconoció este jueves el martirio de Ignacio Aláez Vaquero, seminarista español, junto a diez compañeros asesinados por su fe durante la Guerra Civil Española en 1936.
Entre los nuevos decretos se aprobó también el milagro atribuido a Enrique Shaw, fiel laico y padre de familia argentino, además de otras virtudes heroicas en India e Italia.
¿Quién fue Ignacio Aláez Vaquero, futuro beato?
Nació el 1 de febrero de 1914 en la capital española de Madrid. Su padre, Evelio, peluquero de profesión, le inculcó el amor a la Eucaristía gracias a su compromiso con la Adoración Nocturna. Aquella íntima relación con el Señor le llevó a realizar numerosas obras de caridad, visitando y cuidando de enfermos en hospitales e incluso ayudando a los monasterios de clausura.
Aláez tenía un don para el arte y disfrutaba pintando, esculpiendo y escribiendo poesía. De hecho, poco antes de morir asesinado escribió un verso en el que dejó plasmada su inquebrantable fe en medio de un clima de persecución cada vez más tenso debido al estallido de la Guerra Civil: “Yo quisiera incendiar el orbe entero… Yo quisiera volverme misionero y al infiel tus “locuras” predicar… Y morirme después martirizado… ¡Qué me importa, Jesús Sacramentado, si al fin he conseguido hacerte amar!”.
Ingresó en el Seminario Conciliar de Madrid en 1930, donde permaneció seis años, hasta que en julio de 1936 los seminaristas fueron enviados a casa por seguridad. Durante un retiro el 18 de julio, seminaristas y sacerdotes tuvieron que huir ante el aviso del portero del asalto al edificio por grupos de milicianos armados y “llenos de odio a la Iglesia”, según se precisa en el sitio web de los mártires del siglo XX en Madrid.