Después de visitar la tumba de San Chárbel, el Papa León XIV se trasladó en coche al Santuario de Nuestra Señora del Líbano en Harissa para mantener un encuentro con los obispos, los sacerdotes, los consagrados, las consagradas y los agentes pastorales del país.
A su llegada fue recibido en la entrada principal del Santuario por el Vicario Apostólico de los Latinos de Beirut por el Superior de la Congregación de los Misioneros Libaneses y por el Rector del Santuario, quien le presentó la cruz y el agua bendita para la aspersión.
El abarrotado santuario estalló en un gran aplauso y vítores con la llegada del Pontífice, unos veinte minutos más tarde de lo previsto. En una atmósfera de incontenible alegría, se escuchaban fuertes “¡Viva el Papa!” y los fieles se agolpaban en los laterales del pasillo central para poderlo saludar, mientras el Papa estrechaba sus manos sin perder la sonrisa.
El Catholicós-Patriarca de Cilicia de los Armenios Católicos, Raphaël bedros XXI, dirigió unas palabras de bienvenida y expresó lo que significa la visita del Papa para los católicos del país: “Su presencia, Santísimo Padre, nos recuerda que Dios está con nosotros. La Iglesia está con nosotros. Nunca estamos solos”.