El Papa León XIV presidió esta mañana en el Vaticano la Audiencia Jubilar por el Jubileo de los Coros y Corales. Ofrecemos el texto completo de su catequesis, en la que recordó a la sierva de Dios estadounidense Dorothy Day. (1897-1980), fundadora del movimiento Catholic Worker, periodista y defensora de los pobres y la justicia social.
Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días y bienvenidos!
Para muchos de ustedes estar en Roma es la realización de un gran deseo que pudo llevarse a cabo gracias a una toma de decisión. Algo, al principio, se movió dentro de ustedes, tal vez gracias a la palabra o a la invitación de otra persona. Así, el Señor mismo los tomó de la mano: un deseo y luego una decisión. Sin esto, no estarían aquí. Es importante recordarlo.
Y también es importante lo que hemos escuchado hace poco en el Evangelio: “A quien se le ha dado mucho, se le pedirá mucho; a quien se le ha confiado mucho, se le pedirá mucho más”. Jesús se lo dice a sus discípulos más cercanos, a los que más tiempo pasaban con Él.
Y también nosotros hemos recibido mucho del camino recorrido hasta ahora, hemos estado con Jesús y con la Iglesia y, aunque la Iglesia es una comunidad con limitaciones humanas, hemos recibido mucho. Por eso, Jesús espera mucho de nosotros. Es una señal de confianza, de amistad. Espera mucho, porque nos conoce y sabe que podemos.
Jesús vino a traer fuego: el fuego del amor de Dios a la tierra y el fuego del deseo en nuestros corazones. En cierto modo, Jesús nos quita la paz, si pensamos en la paz como una calma inerte. Pero esa no es la verdadera paz. A veces nos gustaría que nos “dejaran en paz”: que nadie nos molestara, que los demás dejaran de existir. Esa no es la paz de Dios.