América lleva el nombre de Américo Vespucio, el explorador italiano que fue el primero en argumentar que Colón no había descubierto solo un nuevo pasaje hacia Asia, sino un continente completamente nuevo.
Pero, ¿de dónde viene el nombre de Américo Vespucio? Puede que haya una sorprendente respuesta católica.
Aunque no se sabe con certeza, muchos académicos creen que el nombre de Américo Vespucio —y, por lo tanto, el nombre de América— se remonta a San Emerico, un santo húngaro del siglo XI. Emerico, hijo del primer rey cristiano de Hungría, San Esteban, nació alrededor del año 1000 d.C.
Su nombre se traduce como Imre en húngaro, Emericus en latín y Amerigo en italiano. La devoción a San Emerico estaba muy extendida en la Europa medieval, incluida la Italia natal de Vespucio.
Vespucio creció en Florencia, el epicentro del Renacimiento, y trabajó como banquero y más tarde como supervisor de barcos para la famosa familia Médici, los mecenas de da Vinci, Miguel Ángel y Galileo.
Un tríptico (pintura de retablo de tres paneles) en la capilla de San Martino a Mensola, a las afueras de Florencia, incluye una imagen de Amerigo d’Ungheria, San Emerico de Hungría, representado como era costumbre sosteniendo un lirio blanco. La imagen —pintada por un artista llamado Amerigo Zati 60 años antes del nacimiento de Vespucio— es una sólida evidencia de que los florentinos de la época de Vespucio conocían bien a San Emerico y habrían puesto su nombre a los niños en su honor. Emerico de Hungría es el único santo que lleva el nombre de Emerico.