El avance de la violencia y los ataques contra lugares de culto y creyentes, tradicionalmente asociados a regiones en conflicto, ha mostrado en los últimos años un preocupante repunte en Europa, América del Sur y Norteamérica.
Según el último informe de Ayuda a la Iglesia Necesitada (ACN por sus siglas en inglés), en 2023 Francia registró cerca de 1.000 ataques a iglesias y en Grecia se documentaron más de 600 actos de vandalismo; aumentos similares se observaron en España, Italia y Estados Unidos, donde no solo se atenta contra bienes sagrados sino que también se producen interrupciones de ceremonias y agresiones al clero.
“Estas agresiones reflejan un clima de hostilidad ideológica hacia la religión”, afirma José Luis Bazán, uno de los autores del informe, en declaraciones a ACI Prensa. Para Bazán, los incidentes ya no son sólo episodios puntuales: “Los ataques o actos vandálicos contra lugares de culto son algo pandémico”.
Bazán pone el foco en un fenómeno que atraviesa continentes: “Estoy hablando básicamente de Europa y el ámbito anglosajón —Canadá, Estados Unidos, Nueva Zelanda, Australia— y, por extensión, también Hispanoamérica, particularmente el cono sur: Chile y Argentina”. En Chile, según explica, se han registrado alrededor de 300 ataques vandálicos contra iglesias, algunos vinculados a grupos de extrema izquierda y a momentos de tensión social, con ejemplos de incendios y agresiones en el sur del país.
“Tenemos elementos fragmentarios aquí y allá, pero si uno los pone todos juntos, se da cuenta de la tendencia al alza”, dice.