Tras las lluvias que devastaron el centro y oriente de México, el P. Lorenzo Rivas, uno de los afectados por el desastre, destacó que, pese a la tragedia “hay signos esperanzadores de que vamos a salir adelante”.
Las intensas precipitaciones provocadas por las tormentas tropicales Raymond y Priscilla dejaron un rastro de destrucción en gran parte del país, especialmente en los estados de Veracruz, Puebla, Hidalgo, Querétaro y San Luis Potosí. De acuerdo con el gobierno federal, hasta el 17 de octubre se contabilizan 72 personas fallecidas y 29 desaparecidas.
Veracruz ha sido el estado más golpeado, con 33 muertos y cientos de familias que lo han perdido todo. La tragedia alcanzó su punto más crítico en Poza Rica, al norte del estado, cuando durante la madrugada del 10 de octubre el río Cazones se desbordó con una fuerza incontenible.
Entre los testigos de aquella noche se encuentra el P. Lorezno Rivas, párroco de la iglesia María Inmaculada, una de las cuatro parroquias afectadas por el desastre en la Diócesis de Papantla.
El sacerdote relató a ACI Prensa que, alrededor de las tres de la madrugada, el sonido de la alarma de la planta petrolera local alertó a los vecinos del peligro inminente. El agua “se vino como una ola negra” y “la gente salió huyendo despavorida”.