La Iglesia Católica en México expresó su “cercanía espiritual y solidaridad” con la Arquidiócesis de San Antonio en Texas (Estados Unidos), y con todas las personas y familias afectadas por las tormentas que golpearon severamente a esa región del sur del país.

Mediante una carta del 7 de julio, la Diócesis de Piedras Negras, en el estado de Coahuila —ubicada en la frontera con Texas— manifestó de manera especial su apoyo al condado de Kerr, que hace parte de la Arquidiócesis de San Antonio.

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Las lluvias torrenciales registradas el 4 de julio provocaron inundaciones repentinas en Texas Hill Country. El desbordamiento del río Guadalupe devastó varias comunidades, dejando al menos 89 personas fallecidas, entre ellas 27 niñas que se encontraban en un campamento cristiano de verano. 

Más de 850 personas han sido rescatadas, aunque algunas siguen desaparecidas.

El gobernador de Texas, Greg Abbott, y el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, declararon el lugar como zona de desastre y ordenaron la movilización de equipos de emergencia. Mientras tanto, Mons. Gustavo García Siller, Arzobispo de San Antonio, celebró una Misa en memoria de las víctimas. 

“Nos duele profundamente cada vida humana perdida”

En su mensaje, Mons. Alfonso Miranda Guardiola, Obispo de Piedras Negras aseguró ser consciente “del dolor y la impotencia que embarga a muchas familias que han perdido hogares, bienes y medios de vida en estas zonas de desastre”. 

Por ello, expresó una solidaridad especial con quienes “han perdido a sus hijos que acampaban en dicha zona”. La carta también destacó que, para los fieles en México, y particularmente para los católicos de la Diócesis de Piedras Negras,“duele profundamente cada vida humana perdida, y el sufrimiento que ahoga a los familiares que viven este inimaginable duelo”.

El obispo reiteró su “unidad y cercanía como pueblo de Dios que camina en nuestras diócesis hermanas” y ofreció “nuestra oración y solidaridad fraterna, para la comunidad que usted pastorea y vive hoy esta tragedia”.

Finalmente, Mons. Miranda hizo un llamado a no perder la esperanza en medio del dolor, e invitó a renovar “la confianza en Dios y dejémonos guiar por la gracia de su Espíritu que infunde fe y fortaleza en la adversidad. Él transforma toda aflicción en esperanza”.