A las 6:30 de la mañana se han abierto las barreras de la plaza de San Pedro para permitir la entrada de peregrinos a la canonización de Carlo Acutis y de Pier Giorgio Frassati.
En medio de las colas interminables, estaba Rubin, de 16 años, para quien poder vivir el momento en el que el Papa León XIV ha pronunciado la fórmula solemne de canonización es un “sueño hecho realidad”.
Ha venido a Roma desde Dublin (Irlanda) en peregrinación con un grupo de chicas de su colegio donde el joven italiano, fallecido en Monza en 2006 a los 15 años, es muy querido. Y es que asegura que la intercesión del primer santo del siglo XXI fue crucial en la curación de una de sus mejores amigas.
“En nuestra escuela aprendemos mucho sobre Carlo Acutis. Para nosotras estar aquí es muy importante porque una amiga nuestra estaba muy enferma de pequeña y le dijeron que nunca se pondría bien”, explica acompañada por su madre, Catherine, y su hermana pequeña, Eme.
La amiga de la que habla se llama Rosie O’Connor. Según relata, llegó un momento en el que ni si quiera podía comer de forma autónoma y “tenía una sonda de alimentación”.
“Era una gran deportista, jugaba al fútbol, pero no podía hacer nada de eso. Tuvo que estar postrada en la cama muchos meses. Fue muy duro para todas”, detalla.