Después de unos días de descanso en el mes de agosto, gran parte de los europeos han regresado ya a sus hogares, dejando atrás los días largos, el sosiego y esa sensación de libertad sin horarios ni obligaciones.
La vuelta a la rutina, los madrugones y las múltiples responsabilidades puede en ocasiones vivirse con cansancio e incluso con cierta melancolía. Sin embargo, este tiempo ofrece también la posibilidad de recomenzar y de acoger con fe la alegría y esperanza cristianas.
Sobre esta realidad reflexiona el P. Juan José Pérez-Soba, sacerdote diocesano y profesor de Pastoral Familiar en el Pontificio Instituto Teológico Juan Pablo II para las ciencias del Matrimonio y la Familia en Roma, quien precisó que a veces “la libertad se entiende como un espacio vacío que llenamos a nuestro arbitrio”.
Le errónea concepción de libertad
Lejos de esto, explicó en conversación con ACI Prensa que “son nuestros actos los que nacen de la presencia de las personas que amamos, y por eso generan obligaciones en las que sentimos que nuestro corazón se llena”. Para el sacerdote español, la responsabilidad es una consecuencia directa de amar, y para eso, asegura, “hay que saber reconocer interiormente a qué amor respondemos cuando amamos”.
Además, remarcó que la alegría y la felicidad surgen cuando “descubrimos el verdadero sentido de lo que hacemos”. Según el sacerdote, esto dependerá si nuestros deseos “están bien orientados a construir una vida hermosa”.