5 de diciembre de 2025 Donar
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Cómo vivir la vuelta a la rutina con alegría y esperanza: la felicidad más allá de las vacaciones

Imagen referencial/ Crédito: Kardinal- Pixabay (Dominio Público)

Después de unos días de descanso en el mes de agosto, gran parte de los europeos han regresado ya a sus hogares, dejando atrás los días largos, el sosiego y esa sensación de libertad sin horarios ni obligaciones. 

La vuelta a la rutina, los madrugones y las múltiples responsabilidades puede en ocasiones vivirse con cansancio e incluso con cierta melancolía. Sin embargo, este tiempo ofrece también la posibilidad de recomenzar y de acoger con fe la alegría y esperanza cristianas. 

Sobre esta realidad reflexiona el P. Juan José Pérez-Soba, sacerdote diocesano y profesor de Pastoral Familiar en el Pontificio Instituto Teológico Juan Pablo II para las ciencias del Matrimonio y la Familia en Roma, quien precisó que a veces “la libertad se entiende como un espacio vacío que llenamos a nuestro arbitrio”.

Le errónea concepción de libertad

Lejos de esto, explicó en conversación con ACI Prensa que “son nuestros actos los que nacen de la presencia de las personas que amamos, y por eso generan obligaciones en las que sentimos que nuestro corazón se llena”. Para el sacerdote español, la responsabilidad es una consecuencia directa de amar, y para eso, asegura, “hay que saber reconocer interiormente a qué amor respondemos cuando amamos”.

Además, remarcó que la alegría y la felicidad surgen cuando “descubrimos el verdadero sentido de lo que hacemos”. Según el sacerdote, esto dependerá si nuestros deseos “están bien orientados a construir una vida hermosa”.

“Hemos de saber reconocer eso diariamente: acabar cansados por lo que hemos hecho, y alegres porque ha sido hermoso”, subraya. 

Lejos de verse como una obligación, los primeros días de septiembre pueden vivirse, según el P. Pérez-Soba, como una “una llamada del Señor que contiene una promesa”. Esto “nos alienta a caminar con la certeza de contar con la presencia de Dios, que es una fuente de vida”, afirmó.

Más allá de la rutina: un amor que sabe buscar

En vacaciones solemos tener más tiempo libre para rezar, leer e incluso meditar. Preguntado sobre si a la vuelta del verano es necesario comenzar también con una “rutina” de oración, el P. Juan José indicó que “la rutina señala el descanso psicológico de una acción repetida muchas veces, que nos pide menos esfuerzo”.

Por lo tanto, afirmó que “no es suficiente una costumbre”, sino que “es necesario un amor que sabe buscar. Así es como San Agustín entendía la oración y explicaba que fuera permanente”. 

“Como en todo amor, se generan hábitos en los que nos apoyamos para ir creciendo, eso es bueno también para la oración”, agregó. 

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Desde su experiencia con la pastoral del matrimonio y la familia, señaló que la oración también tiene una dimensión comunitaria: “donde dos o tres estén reunidos en mi nombre yo estoy en medio de ellos” (Mt 18,20)”. Así, subraya que “rezar en familia es vital para que se llene de la presencia de Dios”. 

“Debe de incluirse en pequeños actos comunes: las comidas, levantarse y acostarse; también a las fiestas y celebraciones como una espontánea acción de gracias. Así se descubre que es el Amor de Dios el que une todo”, agregó.

Vivir el presente y lo cotidiano como un regalo

Respecto a la “tendencia” en nuestra sociedad de “aplazar la felicidad” a los planes del futuro sin vivir plenamente el regalo del presente, el P. Juan José comenta que “no estar en lo que hacemos, sino en lo que hemos de hacer después es muy desgastante, porque nos tensa doblemente”. 

Esto, para el sacerdote, “viene de una mentalidad productiva de querer responder a las exigencias y no sabe gozar de lo que está viviendo, porque no lo considera un don”.

En este sentido, lamenta que hay expectativas humanas “que se apoyan muchas veces en cosas exteriores”, que tantas veces “no se cumplen y nos pueden frustrar”. 

En este contexto, aconseja ser conscientes de “la esperanza de saber reconocer que Dios da una unidad grande a nuestra vida mediante las bendiciones que recibimos de Él y que nos permiten leer nuestra historia desde los ojos de Dios”. 

“Así el año como en la liturgia, no consiste en ‘repetir’ lo que toca, cuanto en celebrar el paso de Dios en nuestras vidas, un memorial que descubre la novedad del Amor que en cada momento nos pide algo original”, aclaró.

El sacerdote insiste en que “la felicidad no consiste así en sentirse bien haciendo algo, sino en entender que seguimos fieles en el camino de Dios en el que, como con los discípulos de Emaús, Él enciende nuestros corazones al explicarnos las Escrituras y partirnos el pan”. 

“Este es el tiempo de gracia, que no es un tiempo vacío, sino lleno de una presencia de amor que nos recuerda el pasado, que vive de promesas y que sabe agradecer las bendiciones presentes”, concluyó. 

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