Su impulso hacia los pobres estaba sobre todo radicado en su amor por la Eucaristía. Otra característica que comparte con Acutis. A los 13 años obtuvo de su madre el permiso para ir a Misa todos los días.
“Solía decir: ‘Jesús me visita cada día en la comunión, y yo le devuelvo esa visita humildemente yendo a ver a los pobres’. Había entendido que la Eucaristía era el sacramento de la caridad”, explica Croux.
Su vida cotidiana, marcada por la fe, el servicio y la coherencia evangélica, lo convirtió —como dijo san Juan Pablo II, cuando todavía era cardenal en Cracovia en 1977– en “el hombre de las ocho bienaventuranzas”.
“Vio en él un modelo de santidad completa, viviendo cada bienaventuranza de su corta vida”, explica el joven seminarista.
Las Mejores Noticias Católicas - directo a su bandeja de entrada
Regístrese para recibir nuestro boletín gratuito de ACI Prensa.
Click aquí
Recibió una educación estricta. No fue un gran estudiante y su padre fue muy severo con él, esperando que heredase la dirección de La Stampa. Sin embargo, Pier Giorgio orientó su vida hacia el estudio de ingeniería para poder estar más cerca de las personas que trabajaban en condiciones terribles bajo tierra en las minas.
Paz y compromiso social
Frassati fue un joven comprometido con la justicia social y con la paz. Hay un episodio poco conocido de su biografía que Croux cita en su libro: “En 1923, cuando el ejército francés ocupó la región del Ruhr, escribió en un periódico alemán un mensaje de apoyo a la juventud católica, porque le resultaba inadmisible que una fuerza extranjera invadiera un Estado soberano. También participó en un proyecto de estudiantes católicos que promovía la Pax Romana en Europa, convencido de que los cristianos tenían un papel esencial para instaurar una paz verdadera”.
Otro rasgo esencial de su perfil fue la firmeza moral ante la amenaza totalitaria. Frassati estuvo vinculado al Partido Popular Italiano, inspirado por un sacerdote y basado en principios de democracia cristiana. Pero se apartó cuando el movimiento pactó con los fascistas en 1922. También renunció a un círculo de estudiantes católicos, el Cesare Balbo, tras descubrir que habían desplegado su estandarte en honor de Mussolini durante su visita a Turín. “Para Pier Giorgio, la política era un servicio, especialmente hacia los más pobres, y no podía aceptar un movimiento que exaltara la fuerza”, explica.
Un modelo luminoso para miles de jóvenes
Su vida breve pero intensa explica que hoy, a cien años de distancia, Frassati siga interpelando a miles de jóvenes. Según Croux, el mensaje de Frassati a los jóvenes del siglo XXI se puede resumir en tres puntos: oración y caridad, amistad y búsqueda de la paz.