León XIV continuó: “El miedo deja entonces espacio a la esperanza, porque estamos seguros de que Dios lleva a término lo que comienza”.
“‘Tú eres mi vida, Señor’, es lo que un sacerdote o una consagrada pronuncian llenos de alegría y de libertad. ‘Tú eres mi vida, Señor’. ‘Te recibo como mi esposa y como mi esposo’ es la frase que transforma el amor del hombre y de la mujer en un signo eficaz del amor de Dios en el matrimonio. He aquí elecciones radicales y llenas de significado”.
El Papa subrayó que “el matrimonio, el orden sagrado y la consagración religiosa, expresan el don de uno mismo, libre y liberador, que nos hace auténticamente felices. Allí encontramos la felicidad, cuando aprendemos a donarnos a nosotros mismos, donar la vida por los demás”.
La oración del Papa por dos peregrinas fallecidas durante el Jubileo de los Jóvenes
En sus palabras, León recordó también a dos jóvenes peregrinas fallecidas durante el Jubileo de los Jóvenes. “María, de 20 años, española. Y Pascale, de 18, egipcia. Ambas decidieron venir a Roma para el Jubileo de los Jóvenes y la muerte las ha alcanzado en estos días”.
“Recemos juntos por ellas”, pidió el Papa. “Recemos también por sus familias, por sus amigos, por sus comunidades, que Jesús resucitado las reciba en la paz y la alegría de Su Reino”.
“Y también quisiera pedir sus oraciones por otro amigo, un joven español, Ignacio Gonzálvez, que ha sido ingresado en el Hospital Bambino Gesú. Recemos por él, por su salud”, añadió.
“Estudien, trabajen y amen siguiendo el ejemplo de Jesús”
Consultado sobre cómo encontrar a Jesús Resucitado en la vida de cada uno, en su tercera respuesta, en inglés, el Papa resaltó que “Jesús es el amigo que siempre nos acompaña en la formación de nuestra conciencia. Si realmente quieren encontrar al Señor resucitado, escuchen Su Palabra, que es el Evangelio de la salvación”.
“Reflexionen sobre su forma de vivir y busquen la justicia para construir un mundo más humano. Sirvan a los pobres y den testimonio así del bien que siempre nos gustaría recibir de nuestros vecinos. Adoren a Cristo en el Santísimo Sacramento, fuente de vida eterna”.
“Estudien, trabajen y amen siguiendo el ejemplo de Jesús, el buen Maestro que siempre camina a nuestro lado”, añadió.
“Al Papa Benedicto XVI le gustaba decir que quienes creen nunca están solos. En otras palabras, encontramos a Cristo en la Iglesia, es decir, en la comunión de quienes lo buscan sinceramente”, dijo.
“El Señor mismo nos reúne para formar una comunidad, no solamente cualquier comunidad, sino una comunidad de creyentes que se apoyan mutuamente. ¡Cuánto necesita el mundo misioneros del Evangelio que sean testigos de justicia y paz! ¡Cuánto necesita el futuro hombres y mujeres que sean testigos de esperanza!”.
“Gracias, Jesús, por llamarme”
Hacia el final de sus palabras, León XIV recordó nuevamente a San Agustín, esta vez en un fragmento de sus Confesiones: “Tú mismo lo mueves a ello, haciendo que se deleite en alabarte, porque nos has hecho para ti y nuestro corazón está inquieto hasta que descanse en ti. [...] Que yo, Señor, te busque invocándote y te invoque creyendo en ti”.
“Siguiendo esas palabras de Agustín, y en respuesta a sus preguntas, me gustaría invitar a cada uno de ustedes, queridos jóvenes, a decirle al Señor: ‘Gracias, Jesús, por llamarme. Mi deseo es seguir siendo uno de tus amigos, para que, abrazándote, yo también pueda ser un compañero de todos los que encuentre en el camino. Concédeme, Señor, que aquellos que me encuentren puedan encontrarte a ti, incluso a través de mis limitaciones y debilidades’”.
“Al rezar con estas palabras, nuestro diálogo continuará cada vez que miremos al Señor crucificado, porque nuestros corazones estarán unidos en Él”, aseguró.
“Por último, mi oración por ustedes es que perseveren en la fe, con gozo y valentía. Y podemos decirle gracias Jesús por amarnos. Gracias Jesús por habernos amado. Gracias Jesús por habernos llamado. Quédate con nosotros, Señor”, concluyó.
Tras las palabras del Santo Padre, ya caída la noche en Tor Vergata, la multitud participó reverentemente en la adoración eucarística presidida por el Papa. Al finalizar, el Santo Padre bendijo a los jóvenes con el Santísimo Sacramento.
Tras el canto del Magnificat, el Santo Padre desde el altar expresó su agradecimiento tanto al coro que acompañó la vigilia como a “todos ustedes”, siendo interrumpido por la multitud emocionada que coreaba, en italiano, “Papa Leone!”.
“Descansen un poco”, les animó el Papa a los jóvenes, muchos de los cuales pasarán la noche en Tor Vergata para participar en la Santa Misa que presidirá el Santo Padre en la mañana del domingo 3 de agosto, y con la que concluirá oficialmente el Jubileo de los Jóvenes.
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